Los factores ESG, en acción

Es posible que el cambio climático suponga un efecto significativo para los resultados financieros y económicos en el futuro. AllianceBernstein ha creado, con nuestros colaboradores del Earth Institute de la Universidad de Columbia, la Academia de Cambio Climático e Inversión. Este foro formativo ha sido diseñado para ayudar a nuestros clientes y socios a conocer mejor las diferentes facetas de la ciencia del cambio climático y su impacto potencial en las decisiones de inversión.

El problema

Los inversores se enfrentan a una presión comercial, económica y normativa creciente para que aborden de manera más proactiva las complejas cuestiones derivadas del cambio climático.

La iniciativa

La Academia de Cambio Climático e Inversión ha sido creada para salvar una carencia existente en los mercados financieros, faltos de formación sobre la ciencia del clima.

Objetivos del programa

Contribuir a las iniciativas de clientes y socios para distinguir, analizar e integrar mejor cuestiones relacionadas con el cambio climático en sus decisiones de inversión y asignación de capital.

El mundo está asumiendo ambiciosos objetivos para combatir el cambio climático; reducir las emisiones de carbono obligará a empresas y gobiernos a abandonar prácticas contaminantes y adoptar nuevos modelos de negocio respetuosos con el medio ambiente. Los inversores de todo tipo tendrán que profundizar sus conocimientos climáticos para prepararse para el impacto de los cambios en las economías y empresas de todos los sectores.

Con el fin de ayudar a los inversores a afrontar estas novedades, AllianceBernstein (AB) ha forjado una colaboración pionera en su clase con el Earth Institute de la Universidad de Columbia. En el marco de esta colaboración, hemos creado la Academia de Cambio Climático e Inversión, un curso de seis semanas que se basa en la especialización de eruditos en el clima y profesionales de la inversión para integrar análisis científicos y académicos sobre cómo el cambio climático puede incidir en los riesgos y las oportunidades de inversión.

En el primer trimestre de 2021, participaron en el primer curso de la Academia del Clima más de mil clientes profesionalesy consultores de inversión de todo el mundo. A continuación, se recoge una muestra de las preguntas que plantearon y las perspectivas que se abordaron.

Acontecimientos extremos: el impacto de las iniciativas de mitigación climática y la medición de los riesgos para los activos reales

P. Si se consiguen cambios para alcanzar objetivos climáticos a largo plazo, ¿en qué medida reducirán el riesgo de que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos? ¿Habría un efecto perceptible o estamos abocados a eventos extremos?

R: Radley Horton, profesor investigador asociado del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, del Earth Institute de la Universidad de Columbia: Incluso aunque tomemos las medidas necesarias para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, deberá pasar tiempo hasta que podamos percibir la recompensa, lamentablemente. Las medidas que tomemos hoy para reducir las emisiones supondrán un efecto enorme en la gravedad de las olas de calor y las inundaciones futuras, pero deberán pasar dos o tres décadas hasta que veamos los avances.

Existen otros beneficios que podemos percibir de inmediato, como las mejoras en la calidad del aire y un descenso en las muertes relacionadas con la contaminación del aire. En función de la estrategia de adaptación, algunas de las medidas pueden suponer ventajas muy rápidas, claramente antes de que deban transcurrir dos o tres décadas.

P. Ante los efectos extremos del aumento del nivel del mar y otros riesgos climáticos extremos, ¿cómo debería un REIT o un gestor de inmuebles llevar a cabo análisis de riesgos climáticos? ¿Existe un modelo estándar que seguir?

R: Marco Tedesco, profesor investigador Lamont del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, del Earth Institute de la Universidad de Columbia, y científico adjunto del NASA Goddard Institute of Space Studies: Los REIT son un caso muy interesante porque la distribución geográfica de los inmuebles se reparte por un territorio dado. Pueden centrarse en el mismo país, pero aun así se exponen a diferentes niveles de riesgo, incluso encontrándose a pequeñas distancias. Por ejemplo, los valores de los inmuebles residenciales pueden verse afectados significativamente por la evolución del mercado hipotecario; la relación entre préstamo y valor puede cambiar. Esto, a su vez, puede incidir en la dinámica del mercado inmobiliario.

Por otro lado, uno de los mayores problemas desde un punto de vista científico es que muchos de los datos necesarios para aplicar estos modelos se deben comprar. Los conjuntos de datos se centran en variables como datos relativos a asesores y operaciones. Los publican empresas que los recopilan, pero que los venden por cientos de miles de dólares. Además, existen numerosas restricciones y limitaciones para su uso y sus aplicaciones potenciales.

China: equilibrio entre crecimiento y descarbonización

P. ¿Será necesaria una ralentización en China para empezar realmente a reducir las emisiones, dado que su ingente producción de carbono responde en gran medida a su expansión y crecimiento económicos?

R: David Sandalow, codirector de energía y concentración medioambiental de la School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia: Mi respuesta es un “no” desde la empatía. Existen numerosas estrategias que las empresas y el gobierno de China pueden adoptar para reducir las emisiones sin una ralentización económica; de hecho, ya tenemos evidencias de esa posibilidad. En la última década, las emisiones en China apenas han aumentado, mientras que su economía se ha disparado, creciendo a una tasa media del 6%.

Creo que existe claramente una oportunidad para reducir las emisiones en el futuro. El gobierno chino se ha comprometido a alcanzar un máximo de emisiones para 2030 y reducirlas a partir de entonces. Por otro lado, no hay forma de que el gobierno chino contemple un crecimiento económico máximo después de 2030. Un aspecto importante es que la economía china está virando de un modelo basado en las manufacturas a otro más centrado en los servicios. Esta circunstancia, por sí sola, supone una reducción de las emisiones, pues el sector de servicios emite mucho menos que las manufacturas.

La transición de una energía basada en combustibles fósiles tradicionales a energías renovables también potenciará un descenso de las emisiones. Los costes de la energía solar y de la energía eólica están cayendo drásticamente y estas pueden asumir muchas de las funciones de los combustibles fósiles tradicionales. El viraje al gas natural y la energía nuclear tendrá el mismo efecto. Las transiciones que se produzcan en el sector del transporte también supondrán una gran diferencia. China está a la cabeza a escala mundial en lo referente a vehículos eléctricos, lo cual implica una reducción de las emisiones.

El papel de la energía nuclear en un mundo alineado con el Acuerdo de París

P. ¿Considera que la energía nuclear será un elemento clave de cara al futuro en el ámbito de las energías renovables?

R: Arthur Lerner-Lam, director adjunto del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, del Earth Institute de la Universidad de Columbia: No podemos alcanzar algunos de los objetivos de descarbonización sin virar a la energía nuclear, además de propiciar una enorme expansión en las energías solar, eólica y otras renovables. La inversión en el desarrollo de nuevos reactores nucleares más seguros será una parte importante del proceso. Naturalmente, las cuestiones políticas que entran en juego en lo referente a la construcción de centrales nucleares son un tema aparte.

R: David Sandalow: En primer lugar, para despejar cualquier duda: la energía nuclear no es una energía renovable. La energía nuclear depende del uranio, que se extrae del suelo. No es renovable en el mismo sentido en que sí lo son la energía solar o la energía eólica.

Sin embargo, se trata de una energía prácticamente nula en carbono y, desde ese punto de vista, puede suponer un elemento muy importante de la solución al cambio climático. Puede producir ingentes cantidades de energía eléctrica con una potencia básica. Esto significa que no es intermitente en el mismo sentido en que sí lo son la energía solar o la energía eólica. Por tanto, tener únicamente este tipo de fuente estable de generación de enormes volúmenes de energía eléctrica con cero carbono podría suponer una gran diferencia para combatir el calentamiento global.

Actualmente, existen dos limitaciones principales para el sector de la energía nuclear que serán muy difíciles de superar. La primera es el coste. La energía nuclear hoy por hoy es muy cara en comparación con otras fuentes de energía, concretamente, la solar y la eólica. No se trata de una comparación entre elementos realmente iguales porque las energías solar y eólica son variables, si bien, concretamente ante el descenso de los costes de las baterías, la energía solar y la eólica, combinadas con las baterías, se convertirán fácilmente en fuentes competitivas desde el punto de vista de los costes. El fundamento económico de la energía nuclear es extremadamente cuestionable.

La segunda restricción es la aceptación pública; en todo el mundo, existen públicos muy reacios a la energía nuclear.

COVID-19: matices y repercusiones culturales para responder a la crisis climática

P. ¿Demuestra la forma en que la sociedad se ha adaptado tan rápidamente a los confinamientos lo pronto que podríamos actuar contra el cambio climático? ¿Existen estudios sobre el elemento conductual de cómo las sociedades gestionan las perturbaciones?

R: Jeffrey Schlegelmilch, director del Centro Nacional de Preparación para Catástrofes, del Earth Institute de la Universidad de Columbia: La respuesta es “sí”, pero puede que no sea el tipo de “sí” que nos gustaría esperar. En algunas zonas, hemos asistido a una elevada adaptación a la COVID-19 y a numerosos cambios de conducta. Sin embargo, también hemos asistido a un nivel de resistencia extraordinario.

Este extremo guarda interrelación con la ciencia conductual y, concretamente, el comportamiento individual, a cuyo respecto el uso del miedo como factor de motivación solo suele resultar efectivo si existe una alternativa a los comportamientos actuales. Si no hay alternativa, suele traducirse en una resistencia mayor.

El contexto cultural importa. En culturas más colectivistas, las personas están más dispuestas a hacer sacrificios en pos de la comunidad. Sin embargo, las culturas más individualistas son más reacias a hacer este tipo de sacrificios por el bien común. Podemos ver esta realidad en todo el mundo.

Por ejemplo, en zonas de Asia, la obligación de usar mascarillas y de guardar distancia social está mucho más aceptada. En países muy individualistas como Estados Unidos, abandonar la libertad supone algo mucho más profundo que no se consigue fácilmente.

Esto nos dice dos cosas: en primer lugar, nos hacemos una mejor idea sobre cómo se desarrollarán este tipo de cambios, si bien no de una forma coherente. Las estrategias que pueden funcionar en un sector pueden no ser tan efectivas en otro.

En segundo lugar, es importante reconocer que todavía no es posible aplicar un enfoque universal. Si queremos dirigirnos a una sociedad más individualista, no se pueden utilizar las mismas herramientas con el mismo nivel de eficacia que las que emplearíamos en lugares más orientados a la comunidad.

P. ¿Hay países a la cabeza en resiliencia climática o infraestructuras climáticas? ¿Hay empresas a la vanguardia en este sentido?

R: Ryan Oden, analista de investigación de renta variable de AllianceBernstein, se centra en integrar factores ESG: La COVID-19 ha supuesto una prueba de fuego para nuestra resiliencia, tanto para el clima como para nuestra cultura. Las cuestiones relativas a los Estados nación son aspectos que, como inversores, nos planteamos sobre sectores y empresas individuales. Procuramos establecer comparaciones de referencia entre culturas [empresariales] de calidad y medirlas, lo cual incluye una cultura de resiliencia climática.

Las empresas que tenían programas robustos de sostenibilidad para sus cadenas de suministro a menudo contaban con relaciones muy sólidas con sus proveedores, mientras que las compañías que carecían de estas relaciones solían no mostrar un nivel similar de coherencia en sus cadenas de suministro, ni tampoco en las condiciones laborales de sus plantillas.

Había sectores de empresas que, de manera rutinaria, llevaban a cabo iniciativas como pruebas de tensión salarial, no solamente en relación con sus trabajadores directos, sino también con los de sus cadenas de suministro. Algunas empresas llevaban a cabo este tipo de evaluaciones para que los proveedores supieran si podrían cambiar en un momento de inflexión. Muchas empresas obtenían puntuaciones positivas, en claves cultural y física, en puntos de inflexión.

Aunar cultura y riesgo climático ha creado un conjunto de empresas que ya destacaban en este sentido anteriormente. Hay otro grupo de compañías que ha desarrollado este músculo durante la COVID-19. También existe otro conjunto de empresas que deben ponerse al día con el programa. La capacidad de separar la resiliencia cultural de la climática es cada vez más complicada porque se trata de factores interrelacionados. La COVID-19 ha sido en realidad una prueba al respecto.

Innovación: el sector del transporte y la captura y el almacenamiento de carbono

P. ¿Son los combustibles sintéticos mejores para los vehículos eléctricos en el sector del transporte, en vista de la ingente necesidad de baterías?

R: Julio Friedmann, investigador sénior del Centro de Política Energética Global, de la School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia: En el caso de los vehículos, es más probable que ganen las baterías: se puede comprar un coche y funciona durante unos 300 kilómetros; la batería cuesta en torno a 4.000 euros y se puede recargar en unos 20-30 minutos. En el caso de los vehículos ligeros e incluso de los vehículos muy ligeros, como los de dos o tres ruedas de economías en desarrollo de Asia, las baterías se perfilan como una opción bastante adecuada.

No es el caso de los buques, pues una batería no se puede recargar en medio del Pacífico. Si se intentara armar un buque eléctrico, las baterías ocuparían todo el volumen de su bodega de carga. Lo mismo sucede en el caso de los camiones y los ferrocarriles y demás vehículos pesados. Para camiones de la basura o equipos de minería, resulta más razonable emplear un combustible sintético, pues sus baterías costarían entre 50.000 euros y 80.000 euros. Además, se comerían hasta el 40% de la capacidad de carga y cargarlas llevaría 20 horas.

P. ¿Cómo puede utilizarse el hidrógeno como una fuente verde de combustible para vehículos?

R: Julio Friedmann: El hidrógeno es la navaja suiza de la descarbonización. Se puede utilizar para generar calor en la industria pesada y también como reductor químico. Se puede emplear como materia prima o para impulsar un vehículo. Tiene multitud de aplicaciones: por ejemplo, con hidrógeno se puede fabricar amoniaco, un combustible perfectamente válido, y todo ello sin carbono. Si se emplea como combustible en una pila o si se quema, no genera emisiones de gases de efecto invernadero. Una de las virtudes del amoniaco es que ya se puede utilizar en motores existentes. En el caso de los vehículos de transporte pesados, como buques, camiones o ferrocarriles, los combustibles sintéticos como el amoniaco o el hidrógeno licuado son una posibilidad, a diferencia de las baterías eléctricas, que no resultan prácticas.

Q. ¿Puede explicar la idea que sustenta la captura de carbono y cómo se logra? Al devolverlo al suelo, ¿no es como darle una patada a una lata?

R: Arthur Lerner-Lam: La captación y el almacenamiento del CO2 es una tecnología crítica que tendrá que ser parte de la solución según avancemos hacia alternativas con bajas emisiones de carbono, si bien su despliegue a escala llevará largo tiempo.Hay diversos escenarios que nos permiten evolucionar en esa dirección; varían en sus requisitos de infraestructuras y financiación, así como en sus efectos para la igualdad social. Destaca especialmente el modo de captación: el almacenamiento geológico puede ser seguro, pero debe demostrarse su practicidad.

La captura directa de aire es una herramienta que extrae el CO2 de la atmósfera o las chimeneas. Puede compensar en parte el total de emisiones generadas y brindar algo más de tiempo para el despliegue de fuentes bajas o nulas en carbono, si bien su contribución global a la reducción de las emisiones totales tendrá que complementarse con otras acciones en paralelo. No servirá basarse únicamente en la captura directa de aire para lograr un cambio radical.

R: Julio Friedmann: Existen procesos, como la producción de acero, en que carecemos de una vía para lograr unas emisiones nulas en carbono, por lo que su captura es una forma de gestionar la transición.

Podemos continuar emitiendo en la actualidad y albergar la esperanza de que el problema se pueda resolver más adelante o podemos asumir ya su gestión. La idea es que, si se extrae carbono de la tierra, debe devolverse, sin que se pueda seguir extrayendo sin límite. Parte de ello pasa por cesar su extracción del suelo, en primer lugar. Si se utiliza carbono en todos los ámbitos de la economía, debe administrarse. Reconocer este principio es de lo que versan cuestiones como la gestión y la captura del carbono.

El desajuste temporal entre los resultados climáticos y de la inversión

P. Los inversores suelen tener un horizonte de inversión corto, mientras que el impacto climático solo se materializa a largo plazo. ¿Cómo se persuade a los inversores y los gestores para que prioricen el crecimiento a largo plazo frente al beneficio a corto plazo?

R: Michelle Dunstan, gerente global de inversión responsable y gestora de carteras de la estrategia Global ESG Improvers de AllianceBernstein: Sí, cuanto menor es el plazo de sus inversiones, más complicado resulta materializar o incorporar por completo los efectos del cambio climático.

Sin embargo, siguen existiendo numerosos efectos a corto plazo. Diversos riesgos físicos que percibimos —por ejemplo, el lento aumento de la temperatura— se materializarán a largo plazo.

Sin embargo, existen efectos físicos que se están produciendo en la actualidad. Por ejemplo, estamos asistiendo a un número creciente de fenómenos meteorológicos extremos con repercusiones muy a corto plazo. No tenerlos en cuenta supone un riesgo para las inversiones a corto plazo.

El impacto de la transición, incluidas las repercusiones para los flujos de efectivo y las valoraciones, se está materializando ya, a corto plazo. Asistimos a cambios normativos; basta con fijarnos en lo que ha sucedido en Estados Unidos desde las elecciones en términos de asignación de capital, de cotizaciones o de precios de los bonos, que han variado según suposiciones sobre las intenciones de la nueva administración.

Así pues, aplicar impuestos al carbono o cambiar las leyes para exigir que las centrales actualicen sus equipos o que los clientes cambien sus preferencias de productos son cuestiones que se dejan notar a muy corto plazo y todas inciden en los flujos de efectivo.

P. ¿Cuál considera que es la herramienta más importante para abordar la cuestión del clima en el contexto de la inversión, la exclusión o la implicación?

R: Michelle Dunstan: Hay algunas personas que afirman que nunca invertirán en determinados tipos de empresas, lo cual es una decisión personal.

Sin embargo, nosotros consideramos que la implicación es una herramienta más crítica porque lo que necesitamos es cambio, que se consigue a través de esa implicación. Por ejemplo, ¿qué pensamos sobre los combustibles fósiles o la minería? Solo el 30% del petróleo mundial se destina realmente a vehículos de pasajeros. Por tanto, incluso si mañana nos pasáramos a vehículos 100% eléctricos —lo cual, evidentemente no resultaría práctico—, seguiríamos necesitando grandes volúmenes de combustible. La base de las baterías de dichos vehículos eléctricos son materias primas que se extraen de minas, por ejemplo, el litio, el cobalto, el manganeso y el níquel, de las que necesitaremos cantidades mucho mayores en el futuro. En lugar de ignorar los sectores que permanecerán con nosotros en las próximas décadas —con independencia de que invirtamos o no en ellos—, deberíamos implicarnos con ellos para alentarlos a que desempeñen su actividad de la manera más sostenible posible. Debemos implicarnos con las empresas que son vitales para la economía. Van a seguir en activo, así que logremos que lleven a cabo su actividad de un modo más adecuado. Se trata no solo de un paso positivo para la sociedad, pues las compañías que se toman muy en serio abordar el cambio climático también minimizan los riesgos para sus flujos de efectivo: por lo general, son empresas mejores, tienen flujos de efectivo más sostenibles y a menudo obtendrán mejores resultados financieros para nuestros clientes.

R: Lisa Sachs, profesora asistente adjunta de asuntos internacionales y públicos y directora del Centro de Inversión Sostenible de Columbia, de la School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia: La inversión en ESG significa tantas cosas diferentes que cada producto ESG tiene una estrategia distinta. Las carteras basadas en exclusiones son adecuadas para inversores que simplemente no desean estar expuestos a determinados tipos de activos por razones morales o porque consideran que, sin más, se trata de valores negativos a largo plazo. Otras personas integran las cuestiones ESG como un factor de riesgo y se limitan a contabilizar su exposición a estos riesgos ESG. Sin embargo, no significa que estén haciendo nada distinto en cuanto a lo que incluyen o no en sus inversiones o su estrategia de implicación.

La implicación es la manera más importante para conseguir que los inversores cambien efectivamente las prácticas de las empresas que mantienen y, desde un punto de vista estratégico, para los propietarios y los gestores de activos. Nuestro objetivo es que las empresas se alineen con la creación de valor y con los intereses de la sociedad y que reduzcan al mínimo su exposición a los riesgos conexos. Lamentablemente, estas tendencias no suceden por sí solas. Las fuerzas del mercado no empujan en esa dirección y numerosas empresas necesitan que se tire realmente de ellas. También están atentas a los intereses de sus inversores, que tienen gran poder en ese sentido y numerosas oportunidades para lograr cambiar a los equipos directivos.

Tendencias urbanas

P. ¿De qué forma incidirán en los objetivos climáticos la migración a las ciudades y la mayor demanda de bienes de consumo?

R: Michael Burger, director ejecutivo de The Sabin Center for Climate Change Law de la facultad de Derecho de Columbia: Los marcos de las políticas para hacer frente a las crisis actuales y futuras de migración humana como resultado del cambio climático están actualmente tan solo en fase de desarrollo a escalas local, nacional y global. Valoramos ciudades y grupos , así como redes de ciudades, tratando de adelantarnos al conjunto de problemas que surgirán a medida que más y más personas se muden a las ciudades. Esta evolución genera una demanda mayor de servicios en las ciudades, lo cual encuentra su base en la demanda de infraestructuras, así como cuestiones tocantes a los lugares donde las personas se disponen a vivir, como la superpoblación y, además de las mayores oportunidades de riqueza, el aumento de la pobreza que implica la urbanización en el mundo moderno.

A escala internacional, las ciudades empiezan ahora a desarrollar marcos de políticas para abordar el urbanismo como resultado de la migración por razones de clima. Estamos en una fase relativamente inicial; tratan de determinar cuántas personas se mudarán y dónde, así como las políticas que se supone que regirán dicha evolución. Nos encontramos en la primera fase de tratar de averiguar qué va a suceder.

Las opiniones expresadas en este documento no constituyen análisis, asesoramiento de inversión ni recomendaciones de compraventa, no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB y pueden cambiar con el tiempo.

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