En el caso de las empresas con un crecimiento muy fluctuante de sus beneficios, resulta muy difícil recuperarse tras un mal año. He aquí la explicación: después de un descenso del 10% en el crecimiento de los beneficios de la empresa B, hasta un BPA de 9 USD, en el año uno, sus beneficios deben subir un 35% para igualar a los de la empresa A. Si los beneficios solo caen un 5% el siguiente año, la empresa tendría que incrementarlos un 20% para situarse al mismo nivel de la empresa con crecimiento estable.
El efecto potenciador de un crecimiento estable
La simple lógica explica por qué «constante y estable» suele ganar la carrera de la inversión en términos absolutos, no solo ajustados por el riesgo. Evitar pérdidas intensas sienta unas bases más sólidas que refuerzan los beneficios. Es como escalar una montaña a un ritmo moderado y constante, que es la fórmula para alcanzar la cima más rápidamente que alguien que acelera y se para constantemente.
Teniendo en cuenta esas ventajas, ¿no sería lógico que todos los inversores apostaran por este tipo de estrategias de crecimiento? Hay tres motivos por los que algunos no lo hacen.
- Atracción hacia la «lo más nuevo» Forma parte de la naturaleza humana sentirse atraídos por temas que fascinan y por una rentabilidad rápida. Y es que las promesas de una tecnología innovadora o un crecimiento meteórico atraen el dinero de los inversores, incluso cuando no esté clara la senda de una empresa para ser rentable. Los negocios estables parecen aburridos al lado de esas acciones tan atractivas.
- Sesgo de inmediatez y reacción exagerada: El comportamiento reciente suele extrapolarse al largo plazo. Por tanto, los inversores podrían esperar que una empresa que ha tenido un año de fuerte crecimiento, mantenga ese ritmo acelerado. Por el contrario, si una empresa sólida ha tenido un trimestre atípicamente débil, puede que los inversores a corto plazo se esfumen imaginándose lo peor. Este tipo de reacciones exageradas puede castigar a las acciones estables que sufren breves descensos y premiar a valores volátiles que están teniendo buena racha.
- Falsa gestión activa o «closet indexing»: Muchos gestores activos que tratan de seguir a sus índices de referencia invierten en las mismas empresas populares, sobre todo en mercados alcistas dominados por sectores a los que les está yendo bien. A raíz de esa «falsa gestión activa», las empresas con un crecimiento estable y de perfil más bajo pasan desapercibidas y solo reciben atención después de que sus resultados sean imposibles de ignorar. Por entonces ya es demasiado tarde, gran parte de la creación de valor ya se ha reproducido y muchas carteras se han quedado sin la remuneración que ofrece un crecimiento fiable.
Modelos de negocio capaces de soportar tensiones constantes
El contexto de mayor volatilidad no va a desaparecer. Sigue habiendo enorme incertidumbre en torno a los aranceles, las tensiones geopolíticas y las tendencias macroeconómicas. En esta coyuntura tan complicada, ¿qué tipo de acciones preferiría tener en su cartera de renta variable?
Creemos que las empresas con un crecimiento duradero y constante son un ancla para momentos de incertidumbre y pueden ayudar a los inversores a aumentar su patrimonio con mayor eficacia que las empresas con patrones de rentabilidad más elevada, pero irregular. Y cuando los inversores encuentran empresas de ese tipo con valoraciones atractivas, consiguen un mayor grado de resiliencia, sobre todo en mercados bajistas, en los que las acciones que están caras pueden sufrir un mayor castigo. Las carteras de renta variable que mantienen un enfoque disciplinado en el crecimiento duradero a un precio adecuado pueden obtener rentabilidades anuales más bajas en años puntuales. Sin embargo, con el poder potenciador que ofrecen unas rentabilidades constantes, pueden situarse por delante del resto.