Los inversores en RV que buscan rentas no tienen que elegir entre crecimiento y dividendos.
Muchas empresas aseguran que pagan dividendos porque así lo quieren los accionistas. Sin embargo, los directores financieros de esas mismas empresas también suelen decirnos que solo asignan capital para maximizar las rentabilidades de los accionistas. En los mercados actuales, esos dos aspectos suelen estar en conflicto y crear un dilema para los inversores en renta variable que buscan rentas.
Los dividendos generalmente se perciben como una fuente fiable de rentas y suelen asociarse con una sólida rentabilidad de la renta variable. No obstante, la opinión generalizada sobre los dividendos puede ser simplista. Hoy en día, unos dividendos elevados suponen menos efectivo para respaldar el futuro crecimiento del negocio, y esto podría erosionar el potencial de ingresos y de la rentabilidad del precio de la acción. Los inversores que buscan rentas de la renta variable pueden resolver este dilema comprendiendo la dinámica de los dividendos y, para ello, había que hacer una retrospectiva de su creciente atractivo en los últimos 60 años.
Breve historia de los dividendos modernos
A comienzos de la década de los 60 del siglo pasado comenzaron a surgir monopolios regionales en sectores, como la banca, la energía, los medios de comunicación y las telecomunicaciones. Estos gigantes regionales dominaban sus mercados y disfrutaban de las ventajas que les proporcionaba una dimensión local que eclipsaba a todos los demás competidores.
Con un crecimiento sólido de sus ingresos y beneficios —y con una inversión incremental modesta—, estos monopolios eran capaces de distribuir fuertes sumas de efectivo a sus accionistas (muchas veces también a sí mismos) mediante la única vía posible: los dividendos. En aquella época no existían las recompras de acciones, ya que se legalizaron en 1982 en EE. UU. y mucho más tarde en Europa (Dinamarca no las autorizó hasta 2006). Este período dorado de inversión de dividendos duró años.
Más de tres décadas después, el nacimiento de internet sacudió los cimientos de la cultura de los dividendos. Netscape salió a bolsa en agosto de 1995. A pesar de generar unos ingresos de apenas 1,4 millones de USD, cerró su primer día de cotización con una capitalización bursátil de casi 3.000 billones de USD. Había comenzado la burbuja de las «puntocom».
Aunque la locura del mercado solo duró seis años, el lanzamiento de Netscape marcó el comienzo de la comercialización de internet, y también el principio del fin de la mayoría de los monopolios regionales. Los monopolios ya no podían competir únicamente a escala regional porque lo que antes era escaso, ahora abundaba, y lo que antes había sido local, se había convertido en global. Había cambiado el juego.
La necesidad de reinvertir para el crecimiento
En un mundo de abundancia y competencia global, reinvertir en el negocio se ha convertido en algo prioritario para las empresas y sus accionistas. En el mejor de los casos, las empresas que no reinvierten en sus negocios, o no pueden hacerlo, se arriesgan a quedarse estancadas. En el peor de los casos, caerían en el olvido.
Esto explica por qué la renta variable es uno de los escasos activos que puede crecer sin una reinversión significativa por parte de los inversores. El efectivo disminuye por culpa de la inflación, los bonos deben reinvertirse y los activos inmobiliarios requieren un mantenimiento constante. Sin embargo, el valor de una acción puede seguir creciendo sin hacer absolutamente nada. ¿Por qué? Porque es la empresa subyacente la que hace la inversión por usted.
Situándonos ya en 2025, vemos que hay una nueva fuerza del mercado que está redefiniendo la dinámica de los dividendos. Los activos de gestión pasiva que siguen índices son ahora la fuerza dominante en los mercados, ya que los activos gestionados en este segmento superan al de los gestores activos. Ese transvase de poder ha impulsado un cambio sutil en los mercados que ha revertido el principio clásico de inversión de “comprar cuando el valor está bajo y vender cuando está alto”.
De hecho, ahora más bien ocurre lo contrario, ya que la mayoría de los índices están ponderados por capitalización de mercado. Manteniéndose todo lo demás igual, si cae la cotización de una empresa, su capitalización de mercado y su ponderación en el índice se reduce; cuando sube la cotización ocurre lo contrario. En consecuencia, los grandes inversores comprarán acciones que suben y venderán acciones que bajan. En otras palabras, ahora lo habitual es comprar cuando la cotización está alta y vender cuando está baja.
La interrelación entre dividendos, ingresos y precios de las acciones
La nueva dinámica del mercado ha cambiado el cálculo de los dividendos, que ahora ya no están necesariamente armonizados con un comportamiento sólido de la acción (Gráfico). No obstante, a muchos inversores les siguen gustando los dividendos porque existe la creencia generalizada de que gastándolos se protege el capital. Por desgracia, eso no siempre es así en el mundo actual.