Los inversores en renta variable preocupados por la volatilidad podrían encontrar consuelo en una herramienta de inversión sorprendentemente versátil.
Las acciones se han disparado desde sus mínimos de abril, con una demanda especialmente alta de acciones de mayor riesgo y acciones tecnológicas, incluidas las emitidas por empresas con rentabilidad no demostrada. Sin embargo, el crecimiento económico se está desacelerando y la incertidumbre relacionada con el comercio aún no se ha resuelto. Para los inversores que busquen reequilibrar carteras o reducir el riesgo de cartera, creemos que los bonos de alto rendimiento podrían ser un complemento convincente para la renta variable.
Alto rendimiento: un posible camino hacia una menor volatilidad general
La renta variable ha estado en una fuerte racha innegable. El NASDAQ, de perfil muy tecnológico, se ha disparado más del 20 % durante el último año, impulsado en parte por el entusiasmo por la inteligencia artificial (IA). Con su potencial para reforzar la productividad y controlar los costes, las posibilidades de la IA parecen infinitas. Sin embargo, aunque las tasas de adopción de IA corporativa están aumentando, no está claro en qué medida las empresas pueden convertir la promesa de IA en beneficios. En nuestra opinión, algunas valoraciones de la renta variable podrían estar infladas.
Los inversores que buscan mantener sus posiciones en acciones pero reducir su exposición a activos de mayor riesgo suelen optar por reequilibrar su cartera con bonos de grado de inversión. Los bonos gubernamentales y los activos crediticios de alta calidad tienen su lugar en una cartera diversificada, pero creemos que los bonos corporativos de alto rendimiento merecen un análisis más detallado, especialmente en el mercado actual.
En el contexto de la renta fija, los bonos de alto rendimiento no suelen asociarse con un menor riesgo. Pero como complemento a la renta variable en una asignación general de activos, los bonos de alto rendimiento pueden reducir la volatilidad de la cartera. Aquí le explicamos cómo.
Durante periodos prolongados, el segmento de alto rendimiento ha generado históricamente rentabilidades similares a las de la renta variable con un riesgo significativamente menor. Desde 2000, el índice Bloomberg US Corporate High Yield registró una rentabilidad media anual del 7,6 %, con una volatilidad media anual del 7,1 %. Durante este mismo periodo, el S&P 500 subió una media del 9,8 %, pero con una volatilidad del 13,8 %, aproximadamente el doble que el alto rendimiento (Figura a la izquierda). Esta dinámica es especialmente potente en mercados difíciles cuando, históricamente, el alto rendimiento ha capturado solo el 44 % de las caídas de la renta variable (Figura a la derecha).