Posicione ya sus carteras y prepárese para aprovechar las oportunidades en cuanto surjan.
El crecimiento mundial y los yields de los bonos siguen pisando el freno, lo que crea un contexto favorable para la renta fija. No obstante, hay que estar atentos a los riesgos que no se ven a simple vista. A continuación exponemos nuestras perspectivas para esta estación del año tan cambiante y presentamos seis estrategias para ayudar a los inversores a aprovechar la oportunidades mientras se preparan para los retos que nos aguardan.
Se alejan los riesgos de cola, pero persisten los vientos en contra
El entorno macroeconómico sigue siendo incierto, pero se han reducido los riesgos de cola que se cernían sobre nuestro escenario principal para los próximos trimestres. Ahora que las cuestiones en torno a los aranceles han quedado en gran parte resueltas, prevemos una mejora de la confianza empresarial conforme vaya aclarándose el panorama. No obstante, los aranceles tienen consecuencias reales. Ya se ha producido una desaceleración del crecimiento económico en buena parte del mundo desarrollado, y prevemos que esta tendencia continúe debido al encarecimiento de los costes para las empresas y de los precios para los consumidores.
En Estados Unidos, el impacto de los aranceles ha tardado más en notarse, ya que las empresas adelantaron sus importaciones de cara a los cambios políticos. Pero ahora que prácticamente se han agotado los inventarios, los efectos son más notorios. Las empresas han reducido drásticamente la contratación de personal al tener que afrontar una estructura de costes más elevados. Las políticas en materia de inmigración y deportación han reducido la oferta de mano de obra, y esto ha acentuado las dinámicas de empleo que ya se habían instalado.
Si el menor ritmo de contratación de personal se traduce en despidos, la ralentización moderada del crecimiento que se observa actualmente podría acelerarse, aunque ese no es nuestro escenario principal. Prevemos que las empresas estadounidenses afrontarán, no sin dificultades, varios trimestres de estancamiento de la demanda sin una reducción sustancial de sus plantillas, y que los consumidores probablemente podrán soportar el encarecimiento de los precios mientras se mantenga la estabilidad del empleo.
Tras bajar los tipos hasta el 4%-4,25% en septiembre, vemos probable que la Reserva Federal estadounidense acelere los recortes más de lo que prevé el mercado hasta situar su política monetaria en terreno neutral.
El caso de Europa es diferente. El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido los tipos de interés en el 2%, ha revisado sus previsiones de crecimiento más lento (cerca del 1% en 2026) y espera que la inflación se mantenga por debajo del objetivo. La incertidumbre en torno a la política comercial se ha reducido, pero aún deben concretarse el efecto total de los aranceles y el deterioro del entorno global. Prevemos que el BCE vuelva a bajar los tipos a finales de año, aunque lo más probable es que quede poco para dar por concluido su ciclo de recortes.
En lo que respecta a otras regiones, la relajación de la política monetaria es generalizada. Los mercados emergentes (ME) han bajado los tipos y esto ha contribuido a moderar la desaceleración global. En muchos países de estos mercados, la dinámica actual (incluyendo un USD más débil) deja margen para nuevos recortes. Una economía de crecimiento lento —pero sin recesión— debería beneficiar a los ME, donde los yields siguen siendo más altos que en la mayor parte del mundo desarrollado.
China sigue teniendo sus propias peculiaridades. El mercado continúa expuesto al riesgo de deflación y las actuaciones en el frente monetario han conseguido estabilizar el crecimiento y los precios, pero sin lograr reactivarlos. Prevemos que Beijing mantenga la cautela hasta que se despejen las dudas en torno a las relaciones entre EE. UU. y China, por lo que resulta improbable que el crecimiento se acelere a corto plazo.
Grietas a más largo plazo
Más a largo plazo, nuestra preocupación por las fragilidades estructurales del sistema es cada vez mayor. Las constantes tensiones comerciales podrían derivar en fracturas geopolíticas, y las relaciones diplomáticas, que hasta ahora han sido estables y que tienen una importancia vital para proteger los intereses mutuos de los países, podrían debilitarse.
En el mundo desarrollado también aumentan las vulnerabilidades en el frente fiscal. Aunque los inversores están preocupados por los crecientes déficits y el posible deterioro de la condición de activos refugio que ostentan los bonos del Tesoro estadounidense y el USD, aún no hemos observado un aumento significativo de la prima por plazo de los bonos con vencimientos largos. De hecho, nuestro análisis apenas muestra relación entre los niveles de deuda y los yields de los bonos de deuda pública a escala global.
No obstante, si los déficits siguen aumentando o si empeora la confianza en los bancos centrales, los mercados podrían terminar revisando esos riesgos, ya sea gradualmente o de forma brusca y disruptiva.
A nuestro juicio, estas condiciones apuntan a un régimen global menos armonizado, con ciclos económicos más divergentes entre regiones, en el que la economía mundial opera de una forma menos eficiente, y con una inflación más elevada en comparación con el crecimiento. Las empresas podrían tener que enfrentarse a unas relaciones comerciales conflictivas, cadenas de suministro frágiles, condiciones volátiles de inflación y crecimiento, y sendas de política monetaria potencialmente divergentes.
Otro riesgo es la injerencia política en las funciones de los bancos centrales, especialmente en Estados Unidos. En lo que respecta a los tipos a largo plazo, la independencia de la Fed sigue siendo crucial: si los mercados empiezan a dudar de ella, creemos que las consecuencias para los bonos del Tesoro estadounidense y la estabilidad financiera mundial podrían ser muy graves.
De momento, parece que los mercados están conformes con ignorar estos riesgos y prefieren centrarse en el corto plazo. Sin embargo, nosotros creemos que poco a poco se va acumulando el combustible que encenderá futuras crisis.
Seis estrategias para poner en práctica