Para los inversores de estilo growth, el problema se multiplica. Las acciones tecnológicas representan actualmente casi el 50% del Russell 1000 Growth Index y, tomadas conjuntamente, las empresas de los sectores de tecnología y servicios de comunicaciones suponen más del 60% de dicho índice.
¿Por qué ahora es diferente?
La concentración del mercado no es algo nuevo. De hecho, ya ha ocurrido otras veces de distintas formas. Al final de la burbuja de las puntocom, en marzo de 2000, las acciones tecnológicas representaban casi el 50% del Russell 1000 Growth Index y casi una tercera parte del S&P 500. Antes de la crisis financiera mundial de 2008, los valores financieros suponían alrededor del 40% del MSCI World Value Index.
Sin embargo, incluso teniendo en cuenta esos episodios, no es habitual que un cohorte tan pequeño de acciones tenga un peso tan desproporcionadamente elevado en el índice. Por ejemplo, desde septiembre de 1989 hasta julio de 2024, las 10 acciones principales del S&P 500 representaban una media del 21,2% del índice, frente al 34,4% actual. Por tanto, en los últimos decenios, las carteras de renta variable no han tenido que preocuparse tanto por los posibles efectos para la rentabilidad de unas infraponderaciones elevadas en valores concretos.
Las cosas han cambiado. Atrás han quedado los días en que un gestor de carteras se limitaba a decir que no le gustaba una acción en particular y que por eso la descartaba. Hoy, sin embargo, no tener en cartera una acción de megacapitalización como Apple o Nvidia podría crear la mayor posición de riesgo relativo en la cartera, por lo que el grado de convicción en esa decisión debe ser también muy elevado.
La filosofía de inversión importa
Pero, ¿cómo puede justificar un gestor activo la decisión de asumir ese tipo de riesgo? Creemos que la clave radica en la filosofía de inversión en el que se base el proceso de selección de valores.
Los clientes adquieren carteras activas basándose en la filosofía de inversión que estas aplican. Por ejemplo, una cartera de valores growth puede estar cimentada en la creencia de que las empresas rentables con oportunidades de reinversión pueden aprovechar el poder de la acumulación de rentabilidades. Una cartera de renta variable con baja volatilidad podría basarse en una filosofía que considere que las empresas de calidad ayudan a reducir el riesgo bajista y, a su vez, a participar de manera sustancial en los mercados alcistas.
Estas filosofías son las que fundamentan un proceso de selección de valores. Las carteras growth pueden enfocarse a empresas con características de alta calidad, como son la rentabilidad de los activos o la continuidad del crecimiento de los beneficios. Las carteras value no invierten en acciones con precios elevados y deben utilizar criterios claros para detectar catalizadores que puedan provocar un cambio en las valoraciones.
En una cartera disciplinada, todas las posiciones sobreponderadas e infraponderadas deben sustentarse en la filosofía de inversión. Del mismo modo, la filosofía, y su ejecución, deberían influir en los patrones de rentabilidad y riesgo que los inversores esperan de la cartera.
Una peor rentabilidad relativa es el precio de admisión
A veces, una estrategia puede pasar por alto una tendencia de mercado de fuerte impacto debido a su filosofía, y esto puede afectar a la convicción de un inversor en la cartera.
Pensemos en el bum de las puntocom. A finales de la década de los 90 del siglo pasado, cuando las empresas tecnológicas vieron cómo se disparaban sus valoraciones, las carteras de renta variable value tuvieron peores rentabilidades relativas. Si una cartera value compró acciones de las puntocom a precios elevados solo para estar a la altura del mercado, probablemente incumplió las directrices que se había comprometido a seguir. Cuando estalló la burbuja, muchas carteras value ofrecieron rentabilidades relativas superiores, ya que los mercados premiaron a las empresas infravaloradas que habían quedado al margen de la locura desatada por las puntocom.
Otro ejemplo más reciente es la crisis energética provocada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En 2022, las acciones del sector energético repuntaron durante varios meses al dispararse los precios del petróleo y el gas. Estas acciones suelen estar presentes en las carteras value; sin embargo, las carteras growth se quedaron atrás. En ese momento, la mayoría de los inversores growth nunca habrían previsto que sus carteras tomaran posiciones largas en el sector energético, de menor crecimiento y carácter más cíclico. Dicho de otro modo, una rentabilidad relativa inferior de forma periódica es el precio de admisión para las estrategias de renta variable con filosofías de inversión bien definidas.