La volatilidad suele despertar respuestas emocionales en los inversores, pero los desplomes de principios de 2025 nos demostraron por qué es fundamental combatir esas respuestas y seguir invertidos en las caídas.
Es muy humano tener miedo cuando el valor de las inversiones se desploma. Sin embargo, tratar de acertar los mejores momentos para comprar o vender (lo que se conoce como «market timing») puede ser contraproducente, ya que los inversores podrían perderse las sólidas ganancias que suelen producirse después de que la volatilidad toque máximos.
Calcular el coste del «market timing»
Esa eterna lección ha quedado corroborada este año (Gráfico). Primero, las acciones globales sufrieron caídas en el primer trimestre después de que DeepSeek, con sus avances en inteligencia artificial, suscitara dudas en torno a las empresas estadounidenses de megacapitalización. A continuación, la renta variable se desplomó a principios de abril en respuesta a los planes de aranceles generalizados del presidente Trump, para recuperarse rápidamente cuando una semana después de anunció una pausa de 90 días.
Al final del trimestre, la renta variable marcó máximos históricos. No obstante, sin los cinco mejores días de la recuperación, las rentabilidades sufrieron un fuerte deterioro. Para el S&P 500, perderse los cinco mejores días del primer semestre de 2025 se tradujo en una pérdida del 12,1%, en comparación con la ganancia del 6,2% para el período completo (Gráfico). En el caso de las acciones no estadounidenses, el MSCI EAFE Index tuvo una rentabilidad del 2% en USD, sin tener en cuenta los cinco primeros días, frente a la ganancia del 19,4% que obtuvieron quienes permanecieron invertidos. Estas tendencias reflejan patrones duraderos observados en los mercados de renta variable en los últimos 20 años, cuando perderse solo cinco días en cada período de tres años sucesivos ha supuesto una mema sustancial de las rentabilidades.
Cómo resistir frente al factor miedo
A pesar del rebote de los mercados, sigue habiendo riesgos. Las guerras comerciales, los problemas macroeconómicos y los riesgos geopolíticos podrían provocar más volatilidad en el mercado.
Entonces, ¿cómo se puede frenar el impulso natural de vender en mercados turbulentos? La renta variable defensiva puede ser una herramienta útil. En concreto, creemos que una estrategia activa, que trate de frenar las pérdidas en mercados bajistas y captar la mayor parte (o todas) las ganancias en los mercados alcistas, puede ofrecer un patrón de rentabilidad más uniforme a lo largo del tiempo. Apostar por una selección de acciones que ofrezcan calidad, estabilidad y precios atractivos (lo que denominamos «QSP») puede contribuir a que una asignación defensiva logre rentabilidades más equilibradas durante los ciclos del mercado. Es de vital importancia que los inversores entiendan la filosofía y el enfoque de una cartera —y el patrón de rentabilidades que trata de ofrecer— en un mundo caracterizado por un crecimiento más lento y turbulencias en los mercados.
Una cartera defensiva que alivie el dolor de las pérdidas en mercados bajistas puede ayudar a los inversores a superar su prueba más difícil cuando las condiciones del mercado se complican. En definitiva, resistir la tentación de vender en el momento equivocado les permitirá mejorar sustancialmente las probabilidades de lograr sus objetivos a largo plazo.