El populismo económico repercute directamente en la política
El populismo económico generalmente prioriza el crecimiento y la redistribución de los ingresos, mientras que los riesgos fiscales y de inflación ocupan un segundo plano. Dado que la crisis de la COVID-19 ha agravado la desigualdad y la pobreza, el populismo económico podría aumentar y/o los principios democráticos degradarse. Si el crecimiento económico de los mercados emergentes decepciona y los ingresos y el empleo se mantienen en niveles bajos, las opciones de la política populista podrían ganar impulso. Entre ellas se incluyen la ampliación de la seguridad social, un límite de deuda más elevado y un reparto de la carga entre los bancos centrales y los gobiernos (dominio fiscal).
África está más expuesta a las consecuencias de la COVID-19
En África, donde la pobreza y la desigualdad son particularmente pronunciadas, el terreno político ya ha comenzado a cambiar, incluyendo cambios de liderazgo y disturbios civiles.
En el norte, el presidente de Túnez Saied destituyó al primer ministro, suspendió el parlamento y transfirió todas las competencias a la presidencia. En Sudáfrica, el presidente Ramaphosa respondió a unos disturbios civiles sin precedentes remodelando su gabinete, otorgándose a sí mismo de paso la supervisión y el control directo sobre la recopilación y las operaciones de inteligencia. Saied y Ramaphosa son campeones de la lucha contra la corrupción y gozan de popularidad entre los votantes. Sin embargo, el descontento público se ha intensificado durante la pandemia y las cosas podrían volverse en contra de los dos líderes en caso de que la recuperación económica se retrase.
Este giro inesperado se produjo el mes pasado en Zambia, con la derrota aplastante del líder del partido de la oposición Hakainde Hichilemasobre sobre el presidente Lungu. La economía de Zambia ya se tambaleaba mucho antes de la pandemia, pero la COVID-19 aportó una presión añadida, y el país no afrontó sus obligaciones de pago de los eurobonos en 2020. Las políticas obstructivas y opacas del gobierno también descartaron una asistencia multilateral significativa, lo que agravó la crisis. Todavía se esperaba que el poder de la incumbencia inclinara la balanza a favor de Lungu. Sin embargo, la participación de votantes se elevó hasta el 70% (frente al 58% de 2016), con los ciudadanos más jóvenes sedientos de cambio.
Los giros políticos pueden ser espontáneos o formales
Los giros políticos espontáneos podrían volverse normales en condiciones pospandemia, pero las elecciones seguirán siendo puntos de presión formales y pueden marcar potenciales puntos de inflexión positivos o negativos (Figura, debajo).
Varios países africanos acudirán a las urnas el año próximo y los resultados podrían alterar las trayectorias políticas y de las políticas (Angola, Kenia y Sudáfrica). En Latinoamérica se avecinan elecciones potencialmente polémicas (Brasil, Chile, Colombia y Costa Rica). Y en Asia, aunque algunas elecciones (por ejemplo, en Malasia y Filipinas) podrían no ser una prioridad para los inversores, nosotros creemos que es importante seguir de cerca la opinión pública y las señales de la política después de la crisis.