La captura directa de aire es una herramienta que extrae el CO2 de la atmósfera o las chimeneas. Puede compensar en parte el total de emisiones generadas y brindar algo más de tiempo para el despliegue de fuentes bajas o nulas en carbono, si bien su contribución global a la reducción de las emisiones totales tendrá que complementarse con otras acciones en paralelo. No servirá basarse únicamente en la captura directa de aire para lograr un cambio radical.
R: Julio Friedmann: Existen procesos, como la producción de acero, en que carecemos de una vía para lograr unas emisiones nulas en carbono, por lo que su captura es una forma de gestionar la transición.
Podemos continuar emitiendo en la actualidad y albergar la esperanza de que el problema se pueda resolver más adelante o podemos asumir ya su gestión. La idea es que, si se extrae carbono de la tierra, debe devolverse, sin que se pueda seguir extrayendo sin límite. Parte de ello pasa por cesar su extracción del suelo, en primer lugar. Si se utiliza carbono en todos los ámbitos de la economía, debe administrarse. Reconocer este principio es de lo que versan cuestiones como la gestión y la captura del carbono.
El desajuste temporal entre los resultados climáticos y de la inversión
P. Los inversores suelen tener un horizonte de inversión corto, mientras que el impacto climático solo se materializa a largo plazo. ¿Cómo se persuade a los inversores y los gestores para que prioricen el crecimiento a largo plazo frente al beneficio a corto plazo?
R: Michelle Dunstan, gerente global de inversión responsable y gestora de carteras de la estrategia Global ESG Improvers de AllianceBernstein: Sí, cuanto menor es el plazo de sus inversiones, más complicado resulta materializar o incorporar por completo los efectos del cambio climático.
Sin embargo, siguen existiendo numerosos efectos a corto plazo. Diversos riesgos físicos que percibimos —por ejemplo, el lento aumento de la temperatura— se materializarán a largo plazo.
Sin embargo, existen efectos físicos que se están produciendo en la actualidad. Por ejemplo, estamos asistiendo a un número creciente de fenómenos meteorológicos extremos con repercusiones muy a corto plazo. No tenerlos en cuenta supone un riesgo para las inversiones a corto plazo.
El impacto de la transición, incluidas las repercusiones para los flujos de efectivo y las valoraciones, se está materializando ya, a corto plazo. Asistimos a cambios normativos; basta con fijarnos en lo que ha sucedido en Estados Unidos desde las elecciones en términos de asignación de capital, de cotizaciones o de precios de los bonos, que han variado según suposiciones sobre las intenciones de la nueva administración.
Así pues, aplicar impuestos al carbono o cambiar las leyes para exigir que las centrales actualicen sus equipos o que los clientes cambien sus preferencias de productos son cuestiones que se dejan notar a muy corto plazo y todas inciden en los flujos de efectivo.
P. ¿Cuál considera que es la herramienta más importante para abordar la cuestión del clima en el contexto de la inversión, la exclusión o la implicación?
R: Lisa Sachs, profesora asistente adjunta de asuntos internacionales y públicos y directora del Centro de Inversión Sostenible de Columbia, de la School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia: La inversión en ESG significa tantas cosas diferentes que cada producto ESG tiene una estrategia distinta. Las carteras basadas en exclusiones son adecuadas para inversores que simplemente no desean estar expuestos a determinados tipos de activos por razones morales o porque consideran que, sin más, se trata de valores negativos a largo plazo. Otras personas integran las cuestiones ESG como un factor de riesgo y se limitan a contabilizar su exposición a estos riesgos ESG. Sin embargo, no significa que estén haciendo nada distinto en cuanto a lo que incluyen o no en sus inversiones o su estrategia de implicación.