COP27: giro en el debate sobre el cambio climático global

16 diciembre 2022
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La COP27, la última Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas, concluyó recientemente con unos resultados heterogéneos al respecto de algunos de los puntos clave de su orden del día. Sin embargo, consideramos que el evento será recordado más por la manera en que hizo virar el debate sobre el cambio climático global.

Por primera vez en los últimos años, las naciones emergentes fueron el centro de la conferencia: perfilaron el orden del día y recibieron un reconocimiento claro por su importancia en la respuesta del mundo al cambio climático. Como dijo uno de los oradores, «la batalla por el cambio climático se ganará o se perderá en Asia, Oriente Medio y América Latina».

Es probable que el mayor impacto se derive de la imposición de dos cuestiones clave en el orden del día: la primera es la adaptación, es decir, la necesidad de que los países, las industrias y los consumidores se preparen para un mayor impacto físico del cambio climático, ajustando consecuentemente sus conductas; la segunda son las pérdidas y los cambios, en referencia a la asunción de responsabilidades por los efectos climáticos adversos. De hecho, la lucha de las naciones emergentes consiguió incluir una hoja de ruta hacia un fondo de pérdidas y daños en el acuerdo de la COP27.

Una pequeña victoria en adaptación, una mayor en cuanto a pérdidas y daños

Los temas de la adaptación y las pérdidas y los daños atañen directamente a la escala y la realidad práctica de los efectos del cambio climático y el gasto necesario para hacerles frente. Tan solo el 7,5% de toda la financiación climática se canaliza hacia la adaptación; el resto se utiliza para reducir las emisiones de carbono. De los 2,4 billones de USD al año que se estima que se necesitan para financiar las medidas de transición de los países emergentes hasta 2030, más de la mitad procederá de fuentes externas, según un informe de la London School of Economics and Political Science divulgado en la conferencia.

En la que fue una victoria moderada para la adaptación, los países acordaron comprometer un total de 3.180 millones de USD durante cinco años para financiar sistemas de alerta temprana. Aunque la cuantía es relativamente pequeña, el acuerdo fue alentador dado que fue la primera vez que se incluía la adaptación en el orden del día. Una victoria mayor fue el acuerdo para trabajar hacia la creación de un fondo para pérdidas y daños —otro punto que se incluía por primera vez en el orden del día— para ayudar a los países más pobres a recuperarse de los daños relacionados con el clima.

Puede que los avances hacia el establecimiento del fondo no sean fluidos o inmediatos, pero la redacción del acuerdo procura ampliar las fuentes de capital más allá de los países desarrollados, de modo que también se cuente con instituciones financieras y otras organizaciones. El primer paso es crear un comité de transición que analice maneras para hacer operativo el fondo, que se revisará en la COP28 el año próximo.

Se necesitan acciones más urgentes para abordar las emisiones

Los datos que se publicaron durante la conferencia pusieron de manifiesto la urgencia de los retos climáticos. Un borrador de la quinta evaluación climática anual del gobierno estadounidense concluye que Estados Unidos, que históricamente ha sido el mayor contaminador, se ha calentado un 68% más rápidamente que el conjunto del planeta en los últimos cincuenta años.

En la versión provisional de su informe «Estado del clima mundial en 2022», la Organización Meteorológica Mundial apunta unos niveles sin precedentes de subida del nivel del mar, olas de calor récord en los océanos y fenómenos meteorológicos graves. El mundo se ha calentado 1,15 grados Celsius, lo cual brinda escaso margen de maniobra para lograr el objetivo de 1,5 grados del Acuerdo de París.

Dada la urgencia del entorno, imperó un ánimo de decepción generalizada con las medidas tomadas para abordar las emisiones. El acuerdo definitivo de la COP27 urge a los países a acelerar «los esfuerzos para reducir progresivamente la energía de carbón no utilizada y eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles ineficientes», en lugar de reducir progresivamente todos los combustibles fósiles. Esta redacción también deja la puerta abierta a un mayor uso del gas natural, que, aunque es más limpio que el carbón, emite cantidades significativas de CO2 y metano. El acuerdo también urge a los países a renovar los objetivos cada cinco años en lugar de cada año. A diferencia de los debates de conferencias de las partes anteriores, el acuerdo de este año no exige que las emisiones alcancen sus niveles máximos para 2025.

La colaboración, clave para lograr soluciones de financiación efectivas

El reto de la financiación centró la atención en maneras de canalizar mejor el capital hacia mercados emergentes, en particular, respaldando medidas de adaptación y proyectos con bajas emisiones de carbono. Un tema fundamental que nos ocupa es la capacidad de los inversores de confiar en los compromisos de los gobiernos con la transición energética y un flujo constante de proyectos en los que invertir.

Para ello, resulta crítico contar con un nuevo nivel de colaboración entre organismos públicos y el sector privado, que transcienda las interacciones tradicionales entre las instituciones de financiación del desarrollo y los gobiernos. Debe haber estructuras más innovadoras que impliquen a un conjunto más amplio de grupos de interés que contribuya a garantizar un suministro previsible de proyectos con escalas adecuadas.

Las alianzas también deberían promover y facilitar enfoques innovadores hacia la financiación público-privada, con instrumentos que, cuando proceda, cuenten con el respaldo de concesiones, iniciativas filantrópicas y financiación mixta —el uso de la financiación del desarrollo para atraer otras formas de financiación—. Resulta esencial implicarse con entidades colaboradoras sobre el terreno y recurrir a bancos y servicios financieros locales e internacionales.

Sudáfrica, por ejemplo, ya ha determinado cómo hará uso de un paquete de financiación por valor de 8.500 millones de USD procedente de naciones más ricas para desmantelar la generación a base de carbón y desarrollar las energías renovables, entre otras iniciativas. Por su parte, Estados Unidos y Japón forman parte de un grupo de países que ofrecen a Indonesia nada más y nada menos que 20.000 millones de USD para que su cesta de generación de energía deje atrás el carbón.

La adaptación y los riesgos físicos conexos pusieron de relieve la función de las aseguradoras en la COP27. Las empresas más avanzadas en este ámbito se están asociando con gobiernos para desarrollar redes centradas en reparar activos con el fin de priorizar la resistencia al cambio climático y la preparación para el futuro. Estas redes también están pensando detenidamente en las oportunidades comerciales que ofrece reducir el riesgo de los activos críticos para lograr la transición: las aseguradoras reconocen que los activos adaptados plantean un riesgo menor. También resulta obligatorio contar con datos mejores que faciliten la obtención de alertas tempranas, el seguimiento y otros usos.

Compensaciones de carbono y la función de la biodiversidad

En un primer momento, se esperaba que los mercados y las compensaciones de carbono dominaran la COP27, pero estas cuestiones fueron superadas por la adaptación y las pérdidas y los daños. Sin embargo, una declaración del Fondo Monetario Internacional de que el precio del carbono debería fijarse en 75 USD por tonelada para cumplir una trayectoria de 1,5 grados centró los titulares.

Estados Unidos anunció un acelerador de transición energética, una iniciativa para crear una nueva clase de compensaciones de carbono con base en inversiones que ayuden a acelerar proyectos de energías renovables o la resiliencia en países emergentes, aunque existen dudas por si pudiera reducir el ímpetu de los gobiernos y las empresas para eliminar o reducir sus emisiones propias en el mundo real.

Buena parte del debate acerca de las compensaciones de carbono se centró en soluciones basadas en la naturaleza como la plantación de árboles, proyectos agrícolas o la protección de los bosques frente a la destrucción, así como en la oportunidad potencial para los países emergentes en este ámbito. También se puso un énfasis significativo en la función de la naturaleza y la biodiversidad a la hora de hacer frente a los riesgos físicos del cambio climático.

El dinamismo de las oportunidades y la necesidad de una transición justa

Las conversaciones acerca de posibles oportunidades comerciales relacionadas con la transición podrían marcar el inicio de lo que se denominó una «segunda era» de financiación del clima.

La primera era se centró en el establecimiento de normas, la formulación de compromisos y la ampliación de las energías renovables en los mercados desarrollados. La segunda se marcaría como objetivo la implementación y la acción: patrones de consumo sostenible, la descarbonización de edificios y sistemas alimentarios, el fomento de materiales y tecnologías emergentes y la potenciación del papel de la naturaleza y las energías renovables en los mercados emergentes. Las empresas reconocieron la demanda de los consumidores de procesos, sistemas, productos y servicios que se basen en la naturaleza y sean positivos para el clima. Sin embargo, también urgieron a los gobiernos a hacer más para incentivar el consumo y ayudar a las empresas a ofrecer bienes y servicios seguros desde el punto de vista del medio ambiente.

Otro tema fundamental es garantizar una transición justa que no deje atrás a algunos grupos, si bien existe carencia de talento humano dotado de habilidades en materia de sostenibilidad y clima. Invertir en educación y formación debe ser una prioridad para el sector público, así como el fomento del emprendimiento y las startups. Esta exigencia implica a empresas, mercados desarrollados y empresas de servicios financieros.

Los inversores deberán salir de sus zonas de confort

Numerosos oradores apuntaron la necesidad de que los inversores comprendan y gestionen los riesgos de la adaptación para los emisores, arguyendo que los inversores deberían analizarlos con el mismo nivel de compromiso que atribuyen a la reducción de las emisiones, su prioridad principal hasta la fecha.

Los debates acerca de la estructura y los mecanismos de financiación del fondo de pérdidas y daños que se propone serán de especial interés para los inversores en crédito: es probable que se convierta en una de las principales intersecciones de los riesgos del cambio climático y de país, en particular, en el caso de las naciones de rentas menores en un primer momento.

Los inversores institucionales admitieron que adoptar unos mecanismos reforzados de financiación en el marco de alianzas o de financiación mixta les exigiría salir de sus zonas de confort para abrirse a varias novedades, como invertir directamente en infraestructuras o en empresas no cotizadas, en lugar de en compañías cotizadas, así como involucrarse en mercados nuevos y con contrapartes nuevas con diferentes grados de riesgo político.

En resumidas cuentas, la parte formal de la COP27 ha terminado, pero el trabajo real para los inversores no ha hecho sino comenzar, con la implementación de sus lecciones en sus análisis y sus estrategias.

Las opiniones expresadas en este documento no constituyen análisis, asesoramiento de inversión ni recomendación de negociación y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB. Las opiniones pueden cambiar a lo largo del tiempo.