Nosotros creemos que podría ser así.
Por una parte, ahora que la expansión cuantitativa ha quedado atrás, es poco probable que los rendimientos reales vuelvan a ser negativos; los rendimientos reales medios han sido tan bajos en los 10 últimos años que no lograron seguir el ritmo del crecimiento del PIB. Por otra parte, los rendimientos reales deberían verse limitados a largo plazo por el crecimiento económico real (más modesto). Por consiguiente, en nuestro análisis, los rendimientos reales podrían mostrar una tendencia en consonancia con los rendimientos reales realizados de la década anterior, previa a la crisis financiera mundial.
A pesar de que una mayor inflación implica unos rendimientos nominales más elevados, una mayor volatilidad de la inflación implica unas curvas de rendimientos más pronunciadas. En la pasada década, las primas a plazo prácticamente se evaporaron. En la próxima década, creemos que las primas a plazo aumentarán para compensar a los inversores por el riesgo de mantener en cartera bonos con vencimiento a más largo plazo en un entorno de expectativas de inflación más inciertas. Puede que los problemas de abastecimiento también mantengan el extremo a largo plazo de la curva de rendimientos más elevado que en el pasado reciente.
El posible resurgimiento de la gestión activa
Unos tipos más altos se asocian típicamente a una mayor volatilidad de los tipos. A su vez, una volatilidad más elevada implica una mayor dispersión y disrupción —más variación de los patrones de rentabilidad entre regiones, sectores e industrias—, además de plantear mayores desafíos y más oportunidades idiosincráticas.
Si bien tanto las estrategias activas como las pasivas desempeñan una función en las carteras de los inversores, un panorama más volátil favorece a los gestores activos, que aprovechan nuevas vías de diversificación, mayores oportunidades de añadir alfa y la capacidad de maniobrar para evitar puntos problemáticos.
Como resultado, esperamos presenciar un resurgimiento de las estrategias activas en la próxima década.
Protección frente a la inflación explícita necesaria
Creemos que los inversores, que se enfrentarán tanto a una inflación más elevada como a repuntes más frecuentes de la inflación, también asignarán más capital a estrategias de inflación. Esto incluye la protección frente a la inflación explícita en forma de bonos vinculados a la inflación, conocidos como TIPS en los Estados Unidos y como «linkers» fuera del país.
Este puede ser un momento especialmente adecuado para comprar TIPS. Los TIPS, al igual que otros bonos del Tesoro, están respaldados por la plena fe y crédito del gobierno de los Estados Unidos. Están diseñados para compensar plenamente al inversor por la inflación y, si son de reciente emisión, también ofrecen protección frente a la deflación —es decir, la compensación de la inflación no será negativa—.
Además, hoy en día los inversores pueden comprar TIPS con una rentabilidad anual similar al crecimiento de la economía estadounidense en la próxima década. En sus 27 años de historia, los TIPS han obtenido una rentabilidad media 90 puntos básicos por debajo del crecimiento del PIB.
Este no es el único parámetro que determina que los TIPS ofrecen precios atractivos. La tasa breakeven actual de los bonos a 10 años —la diferencia de rendimiento entre el bono del Tesoro a 10 años y el TIPS a 10 años y, por consiguiente, la previsión del mercado implícita para el IPC de los próximos 10 años— se sitúa en el 2,30%. Nuestro análisis de los parámetros de inflación históricos desde la llegada de los TIPS al mercado, hace 27 años, sugiere que una tasa breakeven razonable se situaría en el 2,51%.
Dicho de otro modo, los TIPS ofrecen precios extraordinariamente bajos atendiendo a múltiples parámetros y los inversores deberían plantearse aumentar su asignación en estos momentos.
Los inversores podrían regresar a sus hábitats naturales
Tras más de dos décadas de tipos excepcionalmente bajos y escasas asignaciones a renta fija, un nuevo régimen de mayor inflación de equilibrio, rendimientos nominales más elevados y aumento de la volatilidad podrían revolucionar la forma en la que los inversores asignan su capital a largo plazo.
Los inversores institucionales querrán replantearse las hipótesis a largo plazo que emplean para la asignación de activos. Es probable que cambie incluso la actitud frente al riesgo: muchos inversores han dedicado parte de su tiempo a protegerse frente a tensiones del crédito como las observadas en 2008, pero la inflación será probablemente el mayor riesgo contra el que habrá que protegerse en los próximos años, al igual que lo ha sido en el pasado.
A nuestro juicio, eso no es motivo para descartar la renta fija. En todo caso, dado que las asignaciones a renta fija activa y las estrategias de inflación explícitas desempeñan un papel más importante que en los últimos años, puede que muchos inversores se encuentren de nuevo en un territorio que les resulta familiar por lo que respecta a la asignación a bonos.