El comienzo de un nuevo régimen: implicaciones para la renta fija

21 marzo 2024
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Implicaciones de una nueva era de inflación de equilibrio para las rentabilidades, la volatilidad y la inversión activa en bonos

Durante los últimos 40 años, las fuerzas deflacionarias han prevalecido en todo el mundo, facilitando un régimen de baja inflación de equilibrio. Pero se avecina un cambio. Las crecientes presiones de las «megafuerzas» macroenómicas sugieren una inflación estructural más elevada y un crecimiento del PIB real más bajo para los próximos años. Creemos que el aumento de la inflación y la ralentización del crecimiento económico repercutirán en todos los mercados de renta fija global, reformulando la asignación de capital de los inversores a largo plazo. 

A nuestro juicio, este nuevo régimen se irá revelando lentamente, sin necesidad de un giro radical. De hecho, es probable que ya haya comenzado. Esto es lo que creemos que podría ocurrir en la próxima década. 

Una inflación más elevada y tendente a los repuntes 

Creemos que hemos entrado en un régimen caracterizado no solo por una inflación estructural más elevada, sino también por una mayor vulnerabilidad a las perturbaciones causadas por la inflación. Nuestras expectativas de una inflación de equilibrio más elevada están dominadas por tres poderosas fuerzas: desglobalización, demografía y cambio climático.

  • La desglobalización provoca un aumento de la inflación, ya que limita la oferta global de mano de obra y aumenta el poder de negociación de los trabajadores, entre otros factores. La desglobalización también ejerce una presión bajista sobre el crecimiento del PIB.
  • Por otra parte, la oferta global de mano de obra se está contrayendo, gracias al envejecimiento de la población. Sin un aumento sostenido de la productividad que lo compense, la contracción de la mano de obra no solo obstaculiza el crecimiento económico, sino que también dota a los trabajadores de un mayor poder de negociación —otro factor inflacionario más—. 
  • A los efectos inflacionarios de la desglobalización y la demografía se podría sumar el cambio climático. Por ejemplo, la transición energética —aunque probablemente a largo plazo favorezca el descenso de la inflación— podría disparar los costes en la próxima década.  

Por supuesto, sigue habiendo fuerzas deflacionarias en el terreno de juego. La tecnología, por ejemplo, ha sido deflacionaria durante años y probablemente siga siéndolo, por lo que el avance de la inteligencia artificial generativa podría provocar un aumento de la productividad, aunque esto todavía no se ha reflejado en las estadísticas agregadas.

Las fuerzas inflacionarias combinadas con las deflacionarias implican juntas un cambio del equilibrio de poder entre capital y trabajo, que dará lugar a un nivel de inflación de equilibrio más elevado, en el que el 2% será un límite mínimo en lugar de un objetivo. De hecho, es más que posible que ya hayamos entrado en este nuevo régimen, aunque los recientes máximos cíclicos de inflación han enmascarado las evidencias que lo demuestran. 

Dicho esto, puede que el nuevo régimen se caracterice por repuntes de inflación más frecuentes. Esto se debe a que los enormes niveles de deuda que acumulan actualmente los gobiernos impulsan a los responsables políticos a inflar los pasivos. La ratio deuda/PIB de las economías desarrolladas es tan elevada hoy en día como durante la Segunda Guerra Mundial, cuando alcanzó su máximo anterior (Gráfico). Esta gran acumulación de deuda pública no ha importado mucho hasta la fecha, porque el coste de la deuda ha sido muy bajo.

En las economías desarrolladas, el nivel de deuda es tan elevado como en la Segunda Guerra Mundial
Ratio deuda/PIB del G7 (porcentaje)
The G7’s debt to GDP peaked at the end of WWII and again today at around 140%. No other peaks come close.

El análisis histórico y las estimaciones actuales no garantizan los resultados futuros.
El ratio deuda/PIB está ponderado por la proporción del PIB de cada país. 
Datos de 8 de mayo de 2023
Fuente: Global Financial Data, Fondo Monetario Internacional (FMI) y AllianceBernstein (AB)

La historia cambia mucho ahora que el coste de la deuda ha aumentado. Es probable que para gestionar la deuda se necesite un PIB nominal (PIB real más inflación) más elevado que el coste de la deuda. Y, dado que está previsto que el PIB real se ralentice —como creemos que lo hará—, la inflación no solo será aceptable, sino fundamental para reducir la carga de la deuda en general. 

Al mismo tiempo, los responsables políticos han expresado una clara preferencia por evitar la deflación, como comprobamos al salir de la crisis financiera mundial y de la pandemia de COVID-19. Tal y como puede atestiguar Japón, la deflación puede resultar increíblemente difícil de superar. Para evitarlo, los responsables políticos suelen aplicar fuertes medidas de expansión fiscal y recortes de tipos, dando lugar a una sobrecorrección en forma de aumento de la inflación. 

A nuestro juicio, el resultado será probablemente una mayor tolerancia a los episodios de repunte por encima de unos niveles de inflación de equilibrio ya aumentados.

Unos tipos nominales más elevados y una curva de rendimientos más pronunciada

Si la inflación a largo plazo es más elevada, probablemente también lo sean los tipos de interés nominales de la próxima década. Dado que los rendimientos nominales comprenden la inflación más el rendimiento real, cabe preguntarse si los rendimientos reales se mantendrán tan bajos como en los últimos 20 años (Gráfico).

Los rendimientos reales han mostrado una tendencia a la baja durante los últimos 40 años
Rendimiento real realizado (porcentaje)
Real yields for US, UK and Euro Area, by decade, with yields progressively lower in each region since the 1980s.

Los análisis históricos no garantizan los resultados futuros.
Los rendimientos reales realizados se calculan restando el IPC compuesto anualizado de los rendimientos nominales de la deuda pública a 10 años al comienzo del periodo. Todos los periodos comienzan y terminan el 31 de diciembre del año indicado. Los periodos para EE. UU. son: 1973–1983, 1983–1993, 1993–2003, 2003–2013 y 2013–2023; para RU: 1992–2002, 2002–2012 y 2012–2022; para la zona euro: 2000–2010 y 2010–2020.
Datos de 4 de marzo de 2024.
Fuente: Bloomberg y AB

Nosotros creemos que podría ser así. 

Por una parte, ahora que la expansión cuantitativa ha quedado atrás, es poco probable que los rendimientos reales vuelvan a ser negativos; los rendimientos reales medios han sido tan bajos en los 10 últimos años que no lograron seguir el ritmo del crecimiento del PIB. Por otra parte, los rendimientos reales deberían verse limitados a largo plazo por el crecimiento económico real (más modesto). Por consiguiente, en nuestro análisis, los rendimientos reales podrían mostrar una tendencia en consonancia con los rendimientos reales realizados de la década anterior, previa a la crisis financiera mundial. 

A pesar de que una mayor inflación implica unos rendimientos nominales más elevados, una mayor volatilidad de la inflación implica unas curvas de rendimientos más pronunciadas. En la pasada década, las primas a plazo prácticamente se evaporaron. En la próxima década, creemos que las primas a plazo aumentarán para compensar a los inversores por el riesgo de mantener en cartera bonos con vencimiento a más largo plazo en un entorno de expectativas de inflación más inciertas. Puede que los problemas de abastecimiento también mantengan el extremo a largo plazo de la curva de rendimientos más elevado que en el pasado reciente. 

El posible resurgimiento de la gestión activa

Unos tipos más altos se asocian típicamente a una mayor volatilidad de los tipos. A su vez, una volatilidad más elevada implica una mayor dispersión y disrupción —más variación de los patrones de rentabilidad entre regiones, sectores e industrias—, además de plantear mayores desafíos y más oportunidades idiosincráticas. 

Si bien tanto las estrategias activas como las pasivas desempeñan una función en las carteras de los inversores, un panorama más volátil favorece a los gestores activos, que aprovechan nuevas vías de diversificación, mayores oportunidades de añadir alfa y la capacidad de maniobrar para evitar puntos problemáticos. 

Como resultado, esperamos presenciar un resurgimiento de las estrategias activas en la próxima década.

Protección frente a la inflación explícita necesaria

Creemos que los inversores, que se enfrentarán tanto a una inflación más elevada como a repuntes más frecuentes de la inflación, también asignarán más capital a estrategias de inflación. Esto incluye la protección frente a la inflación explícita en forma de bonos vinculados a la inflación, conocidos como TIPS en los Estados Unidos y como «linkers» fuera del país. 

Este puede ser un momento especialmente adecuado para comprar TIPS. Los TIPS, al igual que otros bonos del Tesoro, están respaldados por la plena fe y crédito del gobierno de los Estados Unidos. Están diseñados para compensar plenamente al inversor por la inflación y, si son de reciente emisión, también ofrecen protección frente a la deflación —es decir, la compensación de la inflación no será negativa—. 

Además, hoy en día los inversores pueden comprar TIPS con una rentabilidad anual similar al crecimiento de la economía estadounidense en la próxima década. En sus 27 años de historia, los TIPS han obtenido una rentabilidad media 90 puntos básicos por debajo del crecimiento del PIB. 

Este no es el único parámetro que determina que los TIPS ofrecen precios atractivos. La tasa breakeven actual de los bonos a 10 años —la diferencia de rendimiento entre el bono del Tesoro a 10 años y el TIPS a 10 años y, por consiguiente, la previsión del mercado implícita para el IPC de los próximos 10 años— se sitúa en el 2,30%. Nuestro análisis de los parámetros de inflación históricos desde la llegada de los TIPS al mercado, hace 27 años, sugiere que una tasa breakeven razonable se situaría en el 2,51%. 

Dicho de otro modo, los TIPS ofrecen precios extraordinariamente bajos atendiendo a múltiples parámetros y los inversores deberían plantearse aumentar su asignación en estos momentos. 

Los inversores podrían regresar a sus hábitats naturales

Tras más de dos décadas de tipos excepcionalmente bajos y escasas asignaciones a renta fija, un nuevo régimen de mayor inflación de equilibrio, rendimientos nominales más elevados y aumento de la volatilidad podrían revolucionar la forma en la que los inversores asignan su capital a largo plazo. 

Los inversores institucionales querrán replantearse las hipótesis a largo plazo que emplean para la asignación de activos. Es probable que cambie incluso la actitud frente al riesgo: muchos inversores han dedicado parte de su tiempo a protegerse frente a tensiones del crédito como las observadas en 2008, pero la inflación será probablemente el mayor riesgo contra el que habrá que protegerse en los próximos años, al igual que lo ha sido en el pasado. 

A nuestro juicio, eso no es motivo para descartar la renta fija. En todo caso, dado que las asignaciones a renta fija activa y las estrategias de inflación explícitas desempeñan un papel más importante que en los últimos años, puede que muchos inversores se encuentren de nuevo en un territorio que les resulta familiar por lo que respecta a la asignación a bonos.

Las opiniones expresadas en este documento no constituyen análisis, asesoramiento de inversión ni recomendación de negociación y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB. Las opiniones pueden cambiar a lo largo del tiempo.