La inflación y los tipos de interés marcan el tono de los mercados
El cuarto trimestre comienza marcado por el pesimismo. La Reserva Federal estadounidense ha acometido fuertes subidas de tipos y su compromiso con una política monetaria agresiva es claro. No existe una «fórmula indolora» para controlar la elevada inflación, afirmó Jerome Powell, presidente de la Fed, el 21 de septiembre, después de que la autoridad monetaria subiera el tipo de interés de referencia 0,75 puntos porcentuales y situara el objetivo para los tipos de los fondos federales entre el 3% y el 3,25%. La declaración de Powell se interpretó como un reconocimiento de que la economía estadounidense se prepara para un aterrizaje brusco y, posiblemente, para una recesión.
En Europa, el Banco de Inglaterra y el BCE también se enfrentan a un difícil equilibrio que se ha visto agravado por una inminente crisis energética. Los altísimos precios del gas natural de cara al invierno amenazan con posibles racionamientos del combustible debido a la pérdida del suministro ruso al prolongarse la guerra en Ucrania. En el Reino Unido, Kwasi Kwarteng, el nuevo Ministro de Finanzas, presentó un «minipresupuesto» que incluía fuertes rebajas de impuestos y medidas de expansión fiscal en un momento en el que la inflación supera el 10%. El anuncio socavó la confianza de los inversores, lo que provocó caídas de la libra y elevó los riesgos de desestabilización de la economía. Aumenta el temor a que la zona euro también esté al borde de una recesión.
Las dinámicas son distintas en Asia. Japón podría ser el único país desarrollado del mundo que agradezca una inflación más elevada, y su banco central mantiene los tipos a unos niveles muy bajos. China también sigue una trayectoria diferente. Allí, los responsables de política monetaria están relajando las condiciones para impulsar una economía lastrada por las duras medidas contra la COVID-19 a comienzos de año y por un mercado inmobiliario tambaleante. Los datos de crecimiento económico siguen siendo débiles.
¿Entrará Estados Unidos o la economía global en recesión? ¿Cuándo se moderará la recesión y en qué nivel se estabilizará? ¿Hasta dónde subirán tipos de interés y durante cuánto tiempo? ¿Qué ocurrirá con los crecientes riesgos geopolíticos, desde los efectos de la guerra en Ucrania hasta las tensiones entre China y Taiwán?
Nadie conoce las respuestas. Sin embargo, los mercados de renta variable han dado fuertes bandazos durante la mayor parte del año en un contexto marcado por el aumento de la inflación, las subidas de tipos y el temor al crecimiento. Evidentemente, la inflación y el crecimiento afectan a los flujos de efectivo y los beneficios de las empresas, y los tipos de interés tienen un papel fundamental a la hora de determinar las valoraciones de la renta variable. No obstante, cuando las tendencias macroeconómicas influyen de manera tan decisiva en los movimientos del mercado, los inversores tienden a no fijarse en las circunstancias específicas de las empresas que, en última instancia, determinan las rentabilidades futuras de la renta variable.
¿Cómo pueden los inversores posicionarse de manera diferencial?
Dado el alto grado de incertidumbre, resulta prácticamente imposible tener una elevada convicción en un único escenario económico. No obstante, si estudiamos los fundamentales de las empresas —un área que nuestros analistas dominan gracias a sus capacidades, conocimientos y experiencia—, podemos entender mejor cómo se comportarán las empresas ante una variedad de posibles desenlaces. Puede que esto no blinde las inversiones frente a la volatilidad, pero puede ayudar a posicionar las carteras para obtener buenos resultados a largo plazo al identificar aquellas empresas que están bien situadas para afrontar las cambiantes condiciones del contexto empresarial, o también a ajustarse estratégicamente a dichos cambios.
A vista de pájaro, a comienzos del tercer trimestre el panorama de beneficios parecía extrañamente positivo. Las estimaciones de beneficios en el lado de la venta no se habían reducido en general, lo que sugiere que los participantes del mercado todavía no preveían completamente el impacto de la tormenta económica. Sin embargo, creemos que esta situación no se mantendrá.
Sin duda, habrá más advertencias de beneficios cuando comience la temporada de resultados del tercer trimestre en octubre. Los inversores deben mirar con lupa los informes de las empresas y redoblar sus iniciativas de diálogo activo con los equipos directivos para identificar posibles víctimas, pero también oportunidades inesperadas.
Formular las preguntas adecuadas: desde el poder de fijación de precios hasta la presión sobre los márgenes
El poder de fijación de precios seguirá siendo un elemento diferenciador crucial en un mundo inflacionista. No obstante, identificar empresas de calidad con dicho poder exige unos conocimientos empresariales profundos. Por ejemplo, uno de nuestros equipos de inversión entabló un diálogo activo con productores de alimentos que comercializan sus marcas en Estados Unidos y Reino Unido. Para evaluar su capacidad de incrementar los precios, estudiamos el poder de sus marcas en cada mercado y nos preguntamos si los productos «premium» serían vulnerables en un contexto de contracción económica. Aun en el caso de que puedan elevar algunos precios, ¿será suficiente para cubrir la inflación de los costes y/o provocaría una reducción de la demanda? Es fundamental responder a este tipo de preguntas cientos de veces —en relación con los distintos sectores, empresas y países— para determinar si una acción sucumbirá a las presiones actuales o si, por el contrario, resulta ser una inversión sólida a largo plazo.
También es importante señalar el origen de las presiones sobre las empresas, una tarea difícil cuando estas están expuestas a numerosas fuerzas económicas. Pensemos, por ejemplo, en los cuellos de botella de las cadenas de suministro. En el sector del automóvil, no está claro si la debilidad de las ventas es un reflejo de los problemas de la cadena de suministro o del deterioro de la demanda. Es más probable que los problemas de la cadena de suministro se resuelvan antes. Los inversores deben investigar cómo evolucionan las dinámicas del sector y sus efectos en cada empresa en concreto.
Cuestiones como estas determinarán si las empresas pueden mantener sus márgenes para impulsar el crecimiento de las ganancias. Para ello, será necesario analizar más detenidamente un sinfín de datos: desde los costes de las materias primas hasta las fluctuaciones cambiarias, ya que la fuerte apreciación del dólar en lo que va de año tiene consecuencias diversas para las empresas (Gráfico). Realizar proyecciones de los beneficios y los flujos de efectivo resulta sumamente complejo en un entorno tan incierto. No obstante, ante el brusco descenso de las valoraciones en distintas partes del mercado, podemos comenzar a crear convicción preguntándonos si las acciones descuentan o no diversos resultados en lo que a beneficios se refiere.