Cuatro argumentos para rebatir a los críticos con la inversión ESG

01 marzo 2022
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El fuerte crecimiento de las carteras sostenibles planea interrogantes importantes para los inversores. Diversos artículos destacados que se han publicado recientemente en los medios alertan de una burbuja y critican las carteras sostenibles por ser agentes ineficaces para el cambio. A nuestro juicio, los críticos no entienden la cuestión.

Los fondos de inversión sostenible se están multiplicando. El valor de los activos gestionados en el universo de fondos globales sostenibles de Morningstar se había disparado hasta los 2,75 billones de USD a 31 de diciembre de 2021, casi tres veces superior a los niveles anteriores a la pandemia, según Morningstar. En el cuarto trimestre de 2021, la entrada neta de flujos creció un 12% hasta los 142.000 millones de USD con respecto al tercer trimestre, mientras que las entradas de flujos correspondientes a todos los fondos se redujeron un 6%. Los gestores de activos se han apresurado a atender la demanda y a contrarrestar la reducción de los flujos hacia fondos no sostenibles. Solo en el último trimestre de 2021 se lanzaron 266 nuevos fondos sostenibles, de manera que el número total asciende nada menos que a 5.932.

Este impresionante crecimiento también ha supuesto un mayor examen. Varios artículos publicados recientemente en los medios financieros sostienen que la inversión ESG es una burbuja y no funciona. Aunque los inversores merecen mayor transparencia, y es evidente que algunos fondos no están a la altura en esta cuestión, creemos que muchas afirmaciones sobre las carteras sostenibles son falsas. A continuación exponemos nuestra postura respecto a cuatro críticas comunes.

Afirmación: Todos los fondos ESG tienen objetivos similares: No es cierto. Muchos artículos y estudios críticos suponen erróneamente que todos los fondos ESG tienen los mismos objetivos y siguen procesos similares. Sin embargo, los enfoques que aplican estos fondos son muy variados: desde gestión activa hasta gestión pasiva, y desde estrategias diversificadas hasta estrategias monotemáticas. Algunos de ellos solo persiguen invertir en «buenos actores» con un impacto social, mientras que otros apuestan por «malos actores» para impulsar un cambio positivo a través del diálogo activo. Para algunos, las consideraciones ESG se integran con el único propósito de reducir el riesgo, mientras que otros tratan de aprovechar oportunidades de crecimiento atractivas a largo plazo. La inversión ESG no es un enfoque único y aglutinar todas las estrategias es erróneo.

Afirmación: La inversión ESG es una burbuja: ¿La avalancha de dinero destinado a los fondos ESG ha creado una burbuja abocada a explotar? No creemos que los datos respalden esa idea. Si bien algunas acciones sostenibles (y no sostenibles) se negocian a unas valoraciones excesivas, representan una parte muy reducida de todas las acciones ESG. Dentro de nuestro universo de inversión global compuesto por más de 2.000 acciones alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, solo el 7% cotizan a unos ratios precio/beneficios futuros (para el próximo ejercicio fiscal) superior a 50x, mientras que el 22% presentan ratios PER de un solo dígito. Independientemente de cómo se definan las valoraciones propias de una burbuja, creemos que es una exageración calificar la inversión ESG en su conjunto como una burbuja. The Wall Street Journal publicaba recientemente lo siguiente: «Las empresas estadounidenses líderes en ESG más populares del MSCI cerraron 2021 con un ratio PER a futuro cerca de un 6% superior al del índice global». Puede que estén algo caras, pero lejos de cualquier definición de burbuja en inversión ESG.

Afirmación: El comportamiento relativo inferior demuestra que la inversión ESG no funciona: A diferencia de lo ocurrido con los descensos iniciales en 2020, la mayoría de las estrategias ESG no proporcionaron protección durante las caídas registradas en enero de 2022. El fondo global medio del grupo comparable definido por Morningstar como sostenible sufrió caídas superiores al 9% y su rentabilidad fue cerca de un 4,5% inferior a la del fondo de referencia general. No obstante, creemos que la preocupación en torno a la eficacia sostenida de la inversión ESG no tiene fundamento. El reciente peor comportamiento relativo se debe más a las cambiantes rentabilidades de los estilos de inversión que al hecho de que las cuestiones ESG hayan perdido el favor de los inversores. Muchas carteras sostenibles se inclinan hacia factores de crecimiento (growth) y calidad (quality), y estos tuvieron un peor comportamiento relativo en enero. Según Bernstein Research, la acusada rotación hacia acciones de valor (value) en enero se produjo en el percentil 99º de todas las observaciones desde 1978. Centrarse estrictamente en períodos muy cortos puede ofrecer una imagen errónea de la eficacia de cualquier enfoque de inversión, incluido en el caso de las estrategias sostenibles.

Afirmación: La inversión ESG no puede impulsar un cambio real: Varios artículos publicados recientemente llegan a la conclusión de que la inversión ESG fracasa porque el hecho de asignar capital a los «buenos actores» y quitárselo a los «malos actores», como hacen muchas estrategias ESG, no cambia lo suficiente el coste del capital como para influir en las decisiones empresariales en la práctica. Estamos de acuerdo con que los datos no son concluyentes y reconocemos que la asignación en el mercado secundario de renta variable es, en el mejor de los casos, una forma indirecta de impacto. Sin embargo, no todas las estrategias ESG son estrategias de impacto. Y para aquellas que sí lo son, cambiar el coste del capital no suele ser una prioridad en su estrategia.

Ejercer influencia a través del diálogo activo con la dirección es una manera eficaz de conseguir un impacto. De hecho, del triunfo de Engine No. 1 en la batalla accionarial frente a ExxonMobil en 2021 dio lugar al nombramiento de tres nuevos consejeros favorables a la lucha contra el cambio climático. De una forma más general, el apoyo del accionista medio a propuestas medioambientales en empresas estadounidenses aumentó hasta el 42% en el primer semestre de 2021, frente al 31% en el año anterior, según Glass Lewis. El apoyo a propuestas sociales aumentó 3 puntos porcentuales hasta el 31%. Los inversores se centran cada vez más en las cuestiones sociales y expresan sus opiniones para ejercer influencia, y las empresas están respondiendo. Entre las empresas de Fortune 100, el 57% declaró sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en sus proxy statements (declaraciones de poder) en 2021, frente a tan solo el 35% en 2020. Asimismo, el 23% declaró sus objetivos de diversidad de las plantillas, frente al 10% en el año anterior.

Los reguladores establecen medidas de transparencia

Evidentemente, el auge de la inversión sostenible no está exento de riesgos. Los reguladores han expresado su preocupación por el rápido crecimiento de los activos ESG sin unas definiciones o normas en materia de información claras. El «greenwashing» o falsear los procesos y objetivos de inversión de cara a los clientes constituye un riesgo real.

En la UE, el Reglamento de taxonomía trata de ofrecer una declaración única y clara de qué actividades empresariales y carteras de inversión pueden calificarse como «medioambientalmente sostenibles». Se trata de una de las iniciativas reglamentarias más importantes y su objetivo es ayudar a los clientes a entender mejor las credenciales de sostenibilidad de una cartera. En Estados Unidos, Reino Unido y Asia se están llevando a cabo iniciativas similares. Ha surgido cierta controversia, ya que recientemente se ha cuestionado la inclusión de determinados proyectos nucleares y gasísticos como fuentes de energía renovable. Si bien las normativas nunca son perfectas, aplaudimos los esfuerzos para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas de los fondos sostenibles.

La gran popularidad de la inversión sostenible se debe a que aborda las necesidades reales que cobraron relevancia con la COVID-19. Durante la pandemia, los inversores tuvieron en cuenta la convergencia de las crisis sanitaria, económica, social y climática. La atención ha girado acertadamente hacia el enorme impacto social del sector privado y los riesgos y oportunidades para las empresas a la hora de abordar esas crisis.

Los inversores se han dado cuenta de que las cuestiones ESG tienen relevancia financiera para las empresas y han mostrado una clara preferencia por estrategias que de alguna forma integran dichas cuestiones de manera explícita. El mercado nos ha dicho que ceder la responsabilidad del cambio social únicamente a los gobiernos, como algunos críticos sugieren, sería un error y supondría una enorme oportunidad perdida. Las carteras que pueden demostrar verdaderamente su capacidad para cumplir los objetivos ESG y las expectativas de rentabilidad ayudarán a rebatir a los detractores y lograrán la confianza de los inversores.

Las opiniones expresadas en este documento no constituyen análisis, asesoramiento de inversión ni recomendación de negociación y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB. Las opiniones pueden cambiar a lo largo del tiempo.