Tras un accidentado 2022, los inversores están esperando que llegue el final del ciclo de endurecimiento monetario, y que con ello se acabe la brutal volatilidad del mercado. Pero, como los beneficios corporativos todavía se están ajustando al nuevo régimen, el camino será accidentado. ¿Qué pueden hacer los inversores de renta variable para reducir el riesgo?
El motivo de la volatilidad del mercado del año pasado fue principalmente la incertidumbre sobre la inflación y los tipos de interés. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, no ha dicho cuándo dejará la Fed de subir los tipos de interés, pero sí ha señalado la intención de la Fed de moderar el ritmo de las subidas de tipos en los próximos meses.
Una vez que veamos el tipo terminal de los fondos federales, pista libre para la renta variable, ¿es así?
No necesariamente.
Los riesgos actuales pueden hacer descarrilar los mercados
Los mercados todavía están ajustándose a la pérdida de las principales fuerzas estabilizadoras que dominaron la era pre-COVID. Esto no significa necesariamente una repetición de 2022, pero desde nuestro punto de vista, los inversores harían bien en prestar atención a los potenciales catalizadores de la volatilidad de mercado—la inflación elevada, los tipos de interés al alza y un sector de tecnología de la información ya maduro que no va a seguir creciendo al mismo ritmo vertiginoso.
Empecemos por la inflación.
A pesar de las pruebas de que la inflación se está enfriando, entre ellas la bajada de los precios del gas y la desaceleración de los precios de consumo, la inflación está lejos de haber desaparecido. En noviembre, el Índice de Precios al Consumo de EEUU se elevó un 7,1% interanual —menos de lo esperado, pero no lo bastante poco como para aliviar los temores de inflación. El indicador preferido de la Fed, el Índice de Precios PCE, también muestra que los aumentos de precios se están moderando, pero persisten. En la zona euro y en Reino Unido, la inflación de precios al consumo todavía excede el 10%, una cifra incómodamente elevada.
Aunque en 2023 llegue el final del ciclo de endurecimiento monetario, los bancos centrales de todo el mundo siguen subiendo los tipos al ritmo más rápido de las últimas dos décadas. Desde nuestro punto de vista, la Fed está en la segunda fase de su ciclo de endurecimiento, y es probable que todavía haya un par de subidas de 25 puntos básicos en 2023. Cuando la inflación se modere, las compañías y los mercados tardarán tiempo en ajustarse a la nueva realidad de tipos más altos y crecimiento económico más lento. Los inversores deben esperar más volatilidad a medida que este proceso se desarrolla.
Los valores tecnológicos ya no son precursores de crecimiento
En la crisis del año pasado, los valores tecnológicos estuvieron en el epicentro de la volatilidad de mercado. Tras años de avances constantes, los inversores reconocen ahora que no todos los valores tecnológicos van a seguir creciendo siempre. Pero creemos que los temores que abarcan a todo el sector son infundados.
Hace veinte años, la tecnología estaba marcada por un crecimiento explosivo, pero poca madurez o rentabilidad. Hoy día, la rentabilidad ha mejorado considerablemente junto con la expansión dentro del software, los semiconductores y los servicios de pago.
Las compañías de hipercrecimiento, entre las que hay muchas firmas tecnológicas de altos vuelos, subieron durante la pandemia, pero fueron rechazadas en la sacudida de 2022. La causa principal de la infrarrentabilidad de las tecnológicas fue una rebaja de la calificación de compañías a las que les faltaba rentabilidad. Tanto en 2020 como en 2021, las acciones de muchas compañías tecnológicas orientadas a crecimiento que carecían de una trayectoria de rentabilidad alcanzaron precios muy elevados. Cuando en 2022 el principal interés del mercado pasó del crecimiento a la rentabilidad, estos valores se estrellaron.
Las empresas tecnológicas rentables han experimentado menos volatilidad
Pero muchas compañías tecnológicas rentables, de alta calidad, que operan en un segundo plano, no se enfrentan a los mismos riesgos que los gigantes que están de cara a los consumidores. A menudo pasan desapercibidas. Son, por ejemplo, capacitadores tecnológicos de más bajo perfil y firmas de servicios de pago que tienen modelos de negocio sostenibles y corrientes de ingresos fuertes y recurrentes. Aunque suene extraño, creemos que seleccionar valores tecnológicos con estos atributos tiene características defensivas que pueden ayudar a protegerse frente al aumento de la volatilidad del mercado.
El software es un caso interesante. Muchas compañías de software de alto perfil que estaban creciendo con rapidez, pero no tenían perspectivas de lograr una rentabilidad a medio plazo lograron máximos increíbles en 2021. Mientras el mercado se centraba más en la rentabilidad el año pasado, estos valores perdieron el interés de los inversores de una forma sorprendente. Sin embargo, una serie de empresas estables, de alta calidad que dejaron de estar en el radar de los inversores, evitaron esta montaña rusa. Es este tipo de compañías las que creemos que todavía pueden tener calificaciones atractivas, con menos volatilidad general.
Además, los sectores tradicionalmente defensivos, como la asistencia sanitaria y los productos básicos de consumo, generalmente han presentado menos riesgo de beneficios durante las crisis económicas (Gráfico).