Los bonos verdes se han ganado la reputación de ofrecer una mejor mitigación de pérdidas que sus homólogos convencionales. Sin embargo, en la crisis del mercado de este año, el desempeño defensivo de los bonos verdes ha sido heterogéneo. ¿Qué significa esto para los inversores?
Creemos que la mayor dispersión de desempeños que hemos observado en lo que va de 2022 justifica claramente un enfoque activo para invertir en bonos verdes. Dado que actualmente hay muchos bonos verdes en circulación, los inversores necesitan percepciones más exactas que les ayuden a distinguirlos y a conocer mejor las características de desempeño de cada uno de ellos.
Tomar el control de la prima verde
Por lo general, los bonos verdes han ofrecido valoraciones más altas que sus homólogos convencionales y, por consiguiente, normalmente se han negociado a precios algo más elevados y con rentabilidades más bajas. Dicho de otro modo, por lo general un bono verde ofrece una prima de rentabilidad negativa en relación con sus homólogos convencionales, que es la denominada prima verde o «greenium». Cuando esta prima de un bono verde aumenta (la prima de rentabilidad negativa se hunde aún más en territorio negativo), supera a los bonos convencionales equiparables. Por consiguiente, el crecimiento de la prima verde es positivo para la rentabilidad de un bono verde.
Mientras que en el periodo de aversión al riesgo de 2020 las primas verdes avanzaron al unísono, en 2022 experimentaron menos variaciones (Figura) y con una mayor dispersión —y en una minoría de los casos no tuvieron un comportamiento mejor en absoluto—.