El mercado impulsado por la tecnología ha sido extremadamente estrecho. De hecho, las diez principales acciones contribuyen de manera desproporcionada a las ganancias del mercado en lo que va de año. Aunque la revolución de la IA creará algunos ganadores destacados —y algunas acciones tecnológicas de megacapitalización ofrecen un fuerte potencial de crecimiento—, creemos que aquellos inversores demasiado concentrados en el sector tecnológico como única temática tendrían muy poca perspectiva.
Más allá de la tecnología, algunos sectores se han comportado con arreglo a lo previsto en un entorno de tipos de interés más altos, mientras que otros no. Tal y como se esperaba, las empresas de consumo básico y materias primas han tenido un peor comportamiento relativo. Sin embargo, los sectores más sensibles al ciclo, como el industrial y el financiero, de los que generalmente se espera un buen comportamiento en un entorno de tipos de interés elevados, han ofrecido peores rentabilidades relativas. Las acciones del sector sanitario, que generalmente se valoran por sus características defensivas, también se han situado a la zaga.
Prepararse para un mercado estadounidense más amplio
Puede que estas condiciones pongan nerviosos a algunos inversores. Las carteras que no presentan ponderaciones excesivas en las diez principales acciones que han liderado las subidas en los últimos meses han ido a la zaga del mercado. No obstante, vemos posible una mayor amplitud en lo que a rentabilidades del mercado se refiere en los próximos meses. Creemos que las carteras de renta variable deberían posicionarse en consonancia y mirar hacia partes del mercado que presentan un potencial de rentabilidad sólido, pero infravalorado.
Tal y como muestran los datos anteriores sobre revisiones de beneficios, el año pasado hubo empresas estadounidenses de un gran número de sectores que obtuvieron peores resultados. Sin embargo, no se ha materializado el peor escenario. Al igual que la economía estadounidense, los beneficios han resistido mejor de lo que se temía. Si la inflación sigue cayendo y se evita una fuerte contracción de la economía, creemos que esas condiciones deberían favorecer unos fundamentales y una evolución de los precios de las acciones más sólidos para una amplia variedad de empresas, más allá de las tecnológicas de gran capitalización.
Estrategia flexible para los riesgos a corto plazo
En unas condiciones de mercado tan variables, creemos que una estrategia flexible en renta variable puede resultar muy ventajosa. Consideramos que un gasto en consumo robusto debería ayudar a garantizar una desaceleración económica moderada. Si la economía aguanta bien, creemos que los sectores de energía, finanzas e industria merecen una mayor atención. Dado que este año las acciones de esos sectores cíclicos han sufrido presiones bajistas tras su comportamiento superior en 2022, sus valoraciones ahora resultan relativamente atractivas. Dentro de estos sectores, los inversores pueden encontrar acciones con precios razonables de empresas que ofrecen unas perspectivas de crecimiento de los beneficios y un potencial de rentabilidad del capital sólidos.
A nuestro juicio, las acciones de empresas tecnológicas seleccionadas resultan ahora oportunas en las carteras de renta variable. Incluso entre las acciones de megacapitalización, hay casos en que las valoraciones podrían estar justificadas teniendo en cuenta la perdurabilidad de los negocios, la calidad de los balances, la resistencia de los márgenes y el potencial de crecimiento a largo plazo.
Para identificar sectores defensivos también creemos que se necesita flexibilidad. De momento, pensamos que las acciones de calidad en suministros públicos y consumo básico —sectores tradicionalmente defensivos— son menos atractivas, dado su perfil de crecimiento lento, aunque estable, en un contexto de tipos de interés más altos y resiliencia económica. En caso de deterioro de las condiciones económicas, cabría esperar un renovado interés en los valores defensivos de calidad. Por tanto, los inversores deberían preparase para virar hacia esas áreas en caso necesario.
Cuando hablamos de inversión en renta variable, la flexibilidad puede ser una virtud. Hoy en día, con tantos riesgos a corto plazo, y la posibilidad de que aumente la volatilidad, los inversores deben tener los pies en la tierra, evitar verse influenciados por la exuberancia de algunos temas y centrarse rigurosamente en los fundamentales de las empresas a largo plazo. Cuando los mercados parecen complacientes ante las preocupaciones macroeconómicas, la clave para lograr el equilibrio adecuado entre riesgos a corto plazo y oportunidades a largo plazo está en posicionarse de cara a unos resultados del mercado más variados de lo normal.