Los inversores pueden pedir cuentas a las empresas estadounidenses con respecto a los compromisos publicados por Business Rountable

11 noviembre 2019
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Los directores generales más destacados de EE. UU. se comprometieron recientemente a redefinir el papel de la compañía en la sociedad. Pero, ¿cumplirán sus promesas? Los inversores responsables necesitan una forma clara de valorar si una empresa está progresando realmente por lo que respecta a su aportación tanto a la sociedad como a los inversores.

Este mismo mes, 181 directores generales estadounidenses firmaron una declaración en la que afirmaban que sus empresas tendrían en cuenta a todas las partes interesadas y no solo a los accionistas. En una declaración publicada por Business Roundtable, líderes de empresas como Amazon y Xeron afirmaron su compromiso de promover la salud social y medioambiental de las comunidades en las que operan, así como de aplicar prácticas sostenibles en todas sus actividades. Los ejecutivos reconocen cada vez más que este enfoque es la mejor forma de generar un mayor valor económico a largo plazo.

Haciendo el bien y haciéndolo bien

Sin embargo, el escepticismo abunda. Los críticos defienden que los ejecutivos tendrán que rendir cuentas para demostrar que sus intenciones son ciertas. Y el concepto no es nuevo. Hace casi una década, Michael Porter, un destacado profesor de Harvard Business School, promovió el concepto del «valor compartido» de las empresas. Su enfoque establecía una distinción entre la mera filantropía de las empresas y el hecho de integrar prácticas sostenibles directamente en las operaciones empresariales principales para obtener una ventaja competitiva.

En principio, estamos de acuerdo con el enfoque de Porter y con la declaración de Business Roundtable —y con los escépticos—. En nuestra opinión, el éxito financiero y el éxito social no son mutuamente excluyentes; por el contrario, se complementan entre sí. Perseguir una agenda sostenible que equilibre las necesidades de todas las partes interesadas puede vincular a las empresas con oportunidades de crecimiento a largo plazo duraderas, ayudarles a mejorar la rentabilidad y reducir el riesgo. Pero traducir las relaciones públicas en acciones es más complicado y los inversores necesitan métodos mejores para medir el impacto de las acciones de las empresas.

¿Cómo medir la creación de valor social?

Medir el valor social que genera una empresa es extraordinariamente difícil. No hay datos suficientes y las normas de presentación de información son deficientes. Es más, cuando se valora el cambio social resulta extremadamente difícil separar la causa y el efecto. Pero con un conocimiento más claro de cómo las empresas contribuyen a crear valor social, los inversores responsables pueden valorar mejor a estas empresas con respecto a su nueva misión definida.

Las compañías repercuten en la sociedad principalmente de dos maneras: a través de los productos que venden y de su comportamiento en la práctica. Las firmas pueden vender productos que favorecen (vacunas) o perjudican (tabaco) a la sociedad. Su comportamiento puede ser positivo (salario equitativo para hombres y mujeres) o negativo (corrupción y soborno). En nuestra opinión, los inversores pueden valorar a todas las empresas —y carteras— utilizando estas dos dimensiones de las repercusiones.

Las compañías de la parte superior derecha del gráfico siguiente venden productos con un impacto social más positivo y generalmente sus prácticas comerciales son más sólidas. Estas compañías crean actualmente un mayor valor social para las partes interesadas que sus homólogas de la parte inferior izquierda. Cuando la estrategia corporativa evoluciona, el desplazamiento hacia la derecha (mejora del comportamiento) o hacia arriba (mejora de la cartera de productos) también apunta a una creación de valor social.



Este sencillo análisis esquemático contiene una implicación importante: todas las empresas pueden crear valor social para las partes interesadas. Entre los signatarios de la declaración de Business Roundtable, por ejemplo, se incluyen empresas que venden carbón, armas y comida basura —industrias que los inversores centrados en los temas sociales tienden a evitar—. A pesar de que este tipo de empresas no pueden hacer gran cosa para mejorar el impacto social de sus productos, sí pueden mejorar su propio comportamiento.

Crear una métrica sostenible

Para los inversores, este marco es el primer paso hacia la construcción de carteras sostenibles. Por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas se pueden utilizar para medir el impacto social y medioambiental de los productos de una empresa. Valorando los productos que ofrece una empresa en función de los ODS, podemos medir el porcentaje de sus ingresos que se obtiene de productos orientados o no orientados a la consecución de los ODS. A continuación se puede evaluar a las empresas en función de la exposición de sus ingresos netos a los ODS.

Al centrarse en empresas que ofrecen soluciones rentables para desafíos sociales fundamentales como la salud y el bienestar, la energía limpia y la igualdad de género, creemos que los inversores pueden crear carteras con unas características atractivas de crecimiento, rentabilidad y calidad.

El comportamiento de las empresas también se puede medir de varias maneras. Nuestros procesos de selección de valores utilizan parámetros propios por lo que respecta a los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Sin embargo, también podemos aplicar las calificaciones ESG de MSCI para crear un indicador sencillo que siga el comportamiento de una empresa en materia de ESG en comparación con el de sus homólogas, así como los cambios en su comportamiento con el paso del tiempo. Para los inversores que tratan de orientar las inversiones de sus carteras hacia compañías altamente sostenibles, esta puede resultar una forma efectiva de comprobar si la cartera cumple sus requisitos.

La conexión alfa

Incluso después de haber identificado a las empresas con comportamientos y productos sostenibles, hay muchas formas de construir carteras de renta variable y renta fija que mantengan un equilibrio entre riesgo, recompensa y responsabilidad. Los distintos tipos de carteras tratan de generar alfa de diferentes maneras, dependiendo de sus objetivos. Por ejemplo, las carteras que invierten en determinados productos sostenibles pueden beneficiarse de un sólido potencial de crecimiento a largo plazo subestimado por el mercado. La inversión en empresas que mejoran su comportamiento corporativo puede beneficiarse de una reducción de costes, una mayor rentabilidad y un menor riesgo reglamentario.

Dado que las distintas estrategias compensan estos objetivos de manera diferente, no se aplican los mismos parámetros de medición a todas las carteras por igual. Sin embargo, cuando entendemos cómo una empresa tiene previsto generar valor social (¿la firma se desplaza hacia la derecha, hacia arriba o en ambas direcciones?), podemos comenzar a pensar en los parámetros adecuados a seguir. Unos mejores parámetros también pueden ayudar a orientar unos esfuerzos de implicación más productivos con los equipos directivos que ayuden a las empresas a seguir el camino correcto en su intento de crear valor social.

Los directores generales han reconocido que el papel de la compañía moderna ha evolucionado. Ahora es el momento de que los inversores definan su juego y desarrollen métodos más efectivos para medir la ejecución de una agenda ambiciosa que redefina cómo operan las empresas del siglo XXI.

Las opiniones expresadas en este documento no constituyen análisis, asesoramiento de inversión ni recomendación de negociación y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB. Las opiniones pueden cambiar a lo largo del tiempo.