Para reducir el déficit, el Gobierno debe aumentar los ingresos mediante una subida de impuestos o recortes del gasto. Las subidas de impuestos son políticamente impopulares, y recortar el gasto supone un desafío, dado que el gasto obligatorio en partidas como la Seguridad Social y Medicare aumenta en paralelo con el envejecimiento de la población. El gasto discrecional tiene más margen de maniobra, pero solo representa alrededor del 25% del gasto total, y aproximadamente la mitad se destina al ejército y a defensa. Reducir el déficit es una ardua tarea para los políticos interesados en alcanzar o mantenerse en el cargo, por lo que no debería sorprender que el control fiscal no haya estado presente en la campaña electoral.
A medida que crece la deuda, aumentan los intereses
Por si no fuera ya bastante difícil encontrar formas de reducir el déficit, los intereses netos pagados por la deuda pública estadounidense también están aumentando. Según el Gobierno federal, el pago total de intereses representaba en torno al 2,5% del PIB en 2021; hoy en día roza el 3,5%. Esperamos que esa factura aumente, dado que hay más deuda y los tipos están más altos.
Mientras Donald Trump se prepara para tomar posesión de su cargo, los mercados de renta fija se preocupan por el camino que tomarán el déficit y la carga global de la deuda. Después de las elecciones, los candidatos deben traducir las promesas de sus campañas en realidades políticas, por lo que en este momento sólo podemos ofrecer una estimación muy aproximada del coste de estas propuestas. Si analizamos diferentes escenarios, podemos hacernos una idea aproximada de las posibles repercusiones para el panorama fiscal en EE. UU.
Evaluación del impacto potencial sobre el déficit presupuestario
El Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB) calcula que, desde 2026 hasta 2035, las propuestas de política fiscal de Trump añadirían entre 1,65 y 15,55 billones de dólares al déficit, dependiendo de las políticas propuestas que finalmente se aprueben. Su estimación intermedia es un aumento del déficit de 7,75 billones de dólares en 10 años. El modelo presupuestario de la Universidad de Pennsylvania/Wharton estima un impacto neto sobre el déficit primario de 4,1 billones de dólares; si se añaden los futuros pagos de intereses, más elevados, esta estimación se aproxima a las previsiones del CRFB.
Sin opinar sobre las políticas que finalmente se aprueben, podemos estimar un escenario inferior de 1,5 billones de dólares más de déficit, un punto intermedio de 7 billones de dólares más y un escenario superior de 15 billones de dólares, para ver cuál podría ser el impacto sobre la deuda pendiente (Gráfico). Cabe esperar que una combinación de impuestos más bajos y aranceles más altos aumente un poco el crecimiento y la inflación, por lo que podemos añadir aproximadamente un cuarto de punto porcentual a la proyección del PIB nominal del CBO para crear nuestras estimaciones. Cabe señalar que estamos aplicando el déficit más alto invariablemente a lo largo de los 10 años.
En todos los escenarios, incluso con un crecimiento más rápido, las nuevas propuestas fiscales implicarían un déficit mayor —que abarcaría desde una cifra solo ligeramente mayor a la prevista por la CBO en nuestro escenario de déficit bajo hasta un 8% en el caso intermedio y alrededor del 10% en el escenario de déficit más alto. Mayores déficits significan una carga de la deuda pública por encima de la que ya se cuece en el pastel fiscal.