No obstante, dada la resiliencia del crecimiento económico y, sobre todo, de los mercados de trabajo, cabe esperar que la inflación seguirá siendo pertinaz. Prevemos que los bancos centrales reaccionen manteniendo los tipos de interés oficiales en terreno restrictivo durante un tiempo.
Recientemente hemos visto pruebas de ello. Los bancos centrales de la zona euro, Suiza, Noruega y el Reino Unido han seguido subiendo los tipos; en el caso del Reino Unido, los mercados se vieron sorprendidos con una subida de 50 puntos básicos. El Banco de la Reserva de Australia y el Banco de Canadá reanudaron el endurecimiento monetario tras una pausa.
Asimismo, la Reserva Federal mantuvo los tipos intactos en junio tras 10 subidas consecutivas, aunque señaló que preveía nuevos repuntes, frustrando así la esperanza del mercado de un recorte de tipos en 2023. Tanto la Fed como el Banco Central Europeo han afirmado que el tipo de interés terminal para sus economías probablemente sea superior a lo que se preveía. El mensaje ha sido claro: los tipos de interés seguirán siendo altos durante más tiempo.
Aprender a vivir con tipos de interés elevados
Creemos que más importante que el nivel terminal de los tipos de interés es saber hasta cuándo permanecerán en cotas elevadas. Dada la resiliencia de los mercados de trabajo y de la economía, nos tomamos muy en serio la posibilidad de que los tipos de interés sigan en niveles elevados durante varios trimestres.
Podría bastar que se debilite el mercado laboral de un país en concreto para convencer a los responsables de política monetaria de detener las subidas de tipos. No obstante, se necesitará tiempo hasta que la inflación converja con el tipo de interés objetivo de los bancos centrales y para dar el visto bueno a una rebaja de los mismos. Creemos que seguimos lejos de alcanzar ese punto.
Es probable que el efecto de un endurecimiento persistente de la política monetaria sea un crecimiento débil prolongado en el tiempo. En otras palabras, la consecuencia de un aterrizaje suave de la economía sería un rebote flojo. En consecuencia, creemos que el crecimiento seguirá siendo débil durante un tiempo.
Los riesgos para esa hipótesis de base podrían inclinarse a la baja. El ciclo de endurecimiento monetario global aún debe provocar perturbaciones en los mercados financieros, pero la historia indica que deberíamos estar preparados para un cambio de rumbo. Sin más estímulos de política monetaria, el riesgo de aterrizaje brusco en China sigue siendo elevado. También existe el riesgo de que nuestras estimaciones de lo que supondría unos «tipos de interés altos durante más tiempo» no sean suficientes para reducir la inflación en un horizonte temporal aceptable. Si ese es el caso, los tipos de interés llegar a cotas todavía más altas.
Incluso de ser así, desde una perspectiva de mercado, períodos sostenidos de crecimiento por debajo de la tendencia suelen exigir cautela y no actuar movidos por el pánico. En ausencia de un aterrizaje brusco, los mercados podrían tener dificultades para mantener el impulso en cualquier dirección, remunerando a aquellos que sean pacientes a pesar de los inevitables baches que encuentren por el camino.