Por otro lado, si bien algunas mercancías procedentes de China se están desviando y acaban en Estados Unidos, la naturaleza de las exportaciones chinas está cambiando. Hay productos como los teléfonos móviles, los vehículos eléctricos y el equipamiento 5G que no se comercializan en Estados Unidos y que ahora representan una parte sustancial de las exportaciones chinas.
Estos cambios en la dinámica del comercio de China indican una adaptación estratégica a las tensiones comerciales mundiales.
Elegir bando: una espada de doble filo
La cuestión fundamental es qué ocurre cuando los socios comerciales están obligados a elegir bando y ponen en riesgo sus acuerdos de comercio bilaterales con Estados Unidos. México y Corea del Sur han señalado recientemente que antes de iniciar las negociaciones comerciales con Estados Unidos tienen previsto frenar la entrada de exportaciones chinas por la puerta de atrás.
Esto dificulta la identificación de mercancías destinadas a la reexportación frente a aquellas dirigidas a satisfacer la demanda local. Los países podrían sencillamente optar por rechazar todas las mercancías chinas, lo que a nuestro juicio lastraría de forma notable el crecimiento del gigante asiático. En ese caso, será necesario evaluar las consecuencias que tendría la decisión de cada país de reducir el comercio con China.
En todo caso, elegir bando de esta forma es una espada de doble filo. Los países que se han beneficiado de actuar como intermediarios en el desvío de mercancías chinas también podrían verse perjudicados a menos que puedan lograr una localización industrial completa, incluida la transferencia de propiedad intelectual y un mayor componente local. Entre los países asiáticos que tendrán que tomar decisiones figuran Vietnam, Malasia, Singapur y Corea del Sur.
La economía china tiene una fuerte dependencia de las exportaciones debido a sus capacidades de producción. No obstante, el país solo representa un 12% del consumo mundial. A menos que China consiga aumentar sustancialmente su participación en el consumo mundial para absorber la producción nacional, tendrá que convencer a los socios para que mantengan sus relaciones comerciales.
Esto es especialmente importante para los países del hemisferio sur, que es donde más ha crecido el superávit comercial de China en los últimos años. Del billón de USD de superávit comercial chino, casi el 50% se mantiene con países del sur global y, de esa cantidad, 200.000 millones de USD corresponden a los últimos tres años.
Ahora bien, no todo ese aumento del comercio con el sur global se debe al desvío de mercancías. Las empresas chinas exploran constantemente nuevos mercados y buscan otras fuentes de demanda para sus productos con el propósito de reducir los efectos de las barreras al comercio y diversificar los destinos de sus exportaciones.
Otra posible estrategia que las empresas podrían estar valorando consiste en trasladar fuera de China la totalidad de sus cadenas de suministro, incluidas la propiedad intelectual y las operaciones. Esta estrategia, que sería similar a la que aplicó Japón en la década de los 80, tendría especial relevancia para las empresas orientadas a las exportaciones, más que para aquellas que abastecen el mercado doméstico o mercados que todavía son receptivos a las mercancías chinas.
Cambio radical de la economía mundial
La desglobalización trae consigo una desconexión y un aislamiento cada vez mayores en las relaciones comerciales e incluso en lo que respecta a los ciclos económicos. Un régimen global menos armonizado, en el que los ciclos económicos difieren más entre regiones de lo que lo han hecho durante décadas, nos hace pensar en una economía mundial menos eficiente. Además, el equilibrio entre crecimiento e inflación podría ser menos favorable conforme avancen las guerras comerciales. Ni a los bancos centrales ni a los inversores les gustaría una inflación más elevada en relación con el crecimiento.
A nuestro juicio, las empresas tendrán que valorar detenidamente a qué mercados desean dirigirse, y también decidir qué tecnología, cadenas de suministro y materiales van a utilizar. Un contexto de relaciones comerciales fraccionadas, cadenas de suministro y dinámicas de crecimiento frágiles, y sendas de política monetaria potencialmente divergentes probablemente complicará las decisiones de inversión de las empresas. En esa coyuntura, prevemos que las empresas tendrán dificultades para dirigirse a un público global.
A la búsqueda de un nuevo equilibrio
Aunque parece que la dirección está clara, el ritmo y la magnitud del cambio son inciertos. Las señales esperanzadoras de la innovación tecnológica pueden contrarrestar parte del daño provocado por las guerras comerciales. Los responsables políticos que ahora promueven guerras comerciales podrían llegar a la conclusión de que los perjuicios son demasiado graves como para seguir adelante. Esto, a la larga, conduciría a una mayor estabilidad. Tampoco podemos subestimar la resiliencia del sector privado y su capacidad para encontrar soluciones a los problemas que van surgiendo.
Aunque el panorama a corto plazo parece complejo, instamos a los inversores a no perder la perspectiva. La desglobalización y las tensiones comerciales no son buenas para la economía mundial, pero no necesariamente tendrían que ser catastróficas. Después de más de 20 años estrechando lazos, puede que sea inevitable que el mundo se mueva en dirección contraria durante un tiempo.
Aunque los períodos de fricciones podrían ser duros para la economía mundial e incómodos para los invasores, creemos que a la larga alcanzará un nuevo equilibrio.
*Según la Organización Mundial del Comercio y el Center for Strategic & International Studies.