¿Estamos ante el inicio de una carrera precipitada hacia los fondos pasivos sostenibles? Todavía es muy pronto para saberlo. Los fondos activos siguen representando la mayor proporción de activos de renta variable sostenible que se gestionan en todo el mundo, con un valor que alcanza los 1,87 billones de USD. Sin embargo, sabemos que puede resultar difícil comparar estrategias activas cuando se emplean distintas definiciones de sostenibilidad y procesos de inversión diferentes. Además, aunque su finalidad sea simplificar la inversión sostenible, los cambios de la reglamentación en materia ASG suelen añadir confusión. Mientras los inversores analizan sus opciones, creemos conveniente valorar más detenidamente los pros y los contras de cada enfoque.
Atractivos de la gestión pasiva: menos gastos, mayor facilidad
Las ventajas de la gestión pasiva son de sobra conocidas. Las carteras pasivas tienen unos gastos más reducidos que las activas, y generalmente se basan en una metodología clara de construcción de índices que facilita el acceso a las rentabilidades del mercado. Dada la proliferación de índices de referencia especializados en los últimos años, los inversores pueden encontrar fácilmente una cartera pasiva que se ajuste a sus preferencias individuales.
Para los inversores sostenibles, la supuesta simplicidad de las opciones pasivas puede parecer un antídoto adecuado contra la confusión que genera la reglamentación en materia ASG y la complejidad que presentan las opciones activas y la diversidad de metodologías. Sin embargo, es posible que la simplicidad de las carteras pasivas esté sobrevalorada. En un entorno que cambia a ritmo vertiginoso, creemos que la gestión activa ofrece claras ventajas para las carteras de renta variable sostenible.
Evaluar las ventajas de la gestión activa en la renta variable sostenible
Mirar al futuro, no al pasado. Las carteras pasivas suelen estar construidas para tratar de replicar un índice. Sin embargo, los índices de referencia son intrínsecamente retrospectivos, ya que las ponderaciones de los componentes se determinan en función de su capitalización de mercado, que refleja el comportamiento pasado. En consecuencia, los componentes con las mayores ponderaciones no son necesariamente las mejores oportunidades. Creemos que los gestores activos disponen de mejores herramientas de análisis para reconocer oportunidades de crecimiento estructural y elaborar perspectivas estratégicas para cada empresa. Esto les permite posicionarse de manera selectiva en empresas sostenibles con unos perfiles ASG que son prospectivos y se ajustan a una estrategia de inversión, ofreciendo a su vez un interesante potencial de rentabilidad a largo plazo.
El análisis fundamental proporciona una ventaja en materia ASG. Los parámetros ASG de terceros son útiles, pero sus deficiencias están bien documentadas. Los proveedores pueden ofrecer dictámenes ASG muy distintos sobre la misma empresa. Además, las ponderaciones asignadas a cada uno de los tres componentes ASG pueden distorsionar el resultado. Por ejemplo, una buena calificación en materia de gobernanza podría contrarrestar una calificación ambiental mediocre y presentar un panorama irrealmente positivo para una empresa, o viceversa.
Las estrategias pasivas se basan en ese tipo de calificaciones para construir carteras. Creemos que las calificaciones ASG son un punto de referencia inicial bastante útil para los gestores activos, ya que pueden utilizarlas para realizar sus propios análisis a fin de determinar las credenciales de sostenibilidad de una empresa basándose en una filosofía de inversión clara, y decidir de qué modo encajan en las perspectivas de riesgo/remuneración globales.
Implicación para lograr un cambio positivo. Por lo general, los gestores activos de renta variable son inversores a más largo plazo interesados en mantener una implicación estratégica con los equipos directivos de las empresas en las que invierten. Las actividades focalizadas de implicación con los directivos para tratar cuestiones ASG de importancia financiera brindan la oportunidad de influir en el comportamiento de las empresas y promover un cambio positivo que pueda añadir valor para los accionistas a lo largo del tiempo. Creemos que ese tipo de interacciones, junto con una política activa de voto por delegación, pueden resultar más productivas para un gestor activo. Aunque los gestores pasivos pueden tener derecho a voto, generalmente no tienen los mismos incentivos para ejercer influencia debido a la magnitud de su exposición y a la duración más corta de su período de mantenimiento.
Mayor diversificación de las fuentes de rentabilidad. Se ha hablado mucho del dominio de los llamados «siete magníficos» en los mercados de renta variable. En algunos casos, los índices de referencia ASG que las carteras pasivas tratan de replicar están incluso más concentrados, sobre todo en Estados Unidos. Por ejemplo, las 10 principales acciones en los dos principales índices S&P ESG representan más del 40% de la ponderación, muy por encima del 31% de las 10 principales acciones del S&P 500 general. Los índices de referencia ASG globales más populares están menos concentrados, pero entre sus principales posiciones figuran muchos de esos mismos valores, incluidas varias empresas estadounidenses de megacapitalización (Gráfico).