Durante años, el estilo value ha estado a la sombra del estilo growth, pero en ese período ha experimentado una especie de transformación.
Benjamin Graham, David Dodd, Eugene Fama o Kenneth French son nombres que suelen mencionarse cuando se habla del memorable estilo value. De hecho, desde la época del New Deal, los inversores han rastreado activamente los mercados en busca de empresas con fundamentales sólidos que se negocien con descuento respecto a su valor intrínseco.
En sus orígenes, el factor value fue uno de los primeros factores de renta variable que Fama y French diferenciaron a principios de la década de 1990. Se trataba de empresas caracterizadas por tener negocios sólidos con potencial alcista y valoraciones con descuento, que se habían ido labrando una trayectoria atractiva. Si analizamos el historial del factor value desde finales de la década de 1920 utilizando el modelo Fama French, vemos que ha superado en rentabilidad al factor growth por una media anualizada de alrededor del 4,4%.
Sin embargo, el estilo value entró en un período prolongado de declive en torno a la Crisis Financiera Mundial, época en la que la inversión growth ganó popularidad. Aunque en el tercer trimestre de 2024 las acciones value comenzaron a mostrar señales de recuperación, este estilo ha estado prácticamente 15 años en una travesía por el desierto, con flujos de entrada puntuales en estrategias pasivas. Estos episodios solían estar desencadenados por algún acontecimiento macroeconómico, ya fuesen elecciones e incertidumbre política, preocupación por la inflación u otras causas.
Sin embargo, durante ese doloroso período, la inversión value estaba experimentando una especie de transformación.
La transformación de un estilo de inversión venerable
En primer lugar, la composición del universo value estaba cambiando. Por lo general, el estilo value ha reflejado la transformación de una economía estadounidense históricamente basada en la industria manufacturera. A medida que la economía ha pasado a centrarse mucho más en los sectores de tecnología de la información y servicios, los índices value se han ido ajustando en consecuencia.
Actualmente, elementos como los activos y el precio/valor contable no tienen tanta relevancia en el caso de las empresas value. De hecho, cada vez cobran mayor importancia cuestiones como el flujo de caja libre que son capaces de generar las empresas basadas en el conocimiento y orientadas al servicio al cliente, algo que el mercado no está valorando correctamente. Por tanto, vemos que ha cambiado la forma en que los gestores de carteras y los analistas consideran las acciones value.
Evidentemente, el enfoque value todavía explota la tendencia de los inversores a reaccionar excesivamente a los eventos a corto plazo. Esa reacción exagerada siempre se ha dirigido más hacia las empresas en dificultades que operan en sectores sensibles a las condiciones macroeconómicas, como la banca, la energía o el comercio minorista, que suelen pisar el freno cuando la economía se desacelera. Lo que vemos ahora es que los inversores reaccionan poco a la capacidad de generación de beneficios de las empresas value. De hecho, el crecimiento de los beneficios de estas empresas ha sido uniforme según patrones históricos, pero los inversores están ahora menos dispuestos a pagar por esos beneficios. En consecuencia, los inversores value pueden acceder a empresas líderes en sus sectores que experimentan un crecimiento de sus beneficios y sus cuotas de mercado, y gozan de una elevada rentabilidad y un largo recorrido a unas valoraciones atractivas.
Básicamente, existe crecimiento en las empresas value.
Un universo cambiante que prepara el terreno para nuevas oportunidades
A nuestro juicio, estas dinámicas crean oportunidades en empresas de todos los tamaños.
En el segmento de gran capitalización hay empresas muy conocidas cuyos parámetros financieros o modelos de negocio podrían no ser fáciles de entender para los inversores. Por ejemplo, Progressive es una aseguradora bastante conocida que también ha sido pionera en la adopción a gran escala de tecnología para mejorar sus operaciones y aumentar su rentabilidad. Muchos inversores conocen Walmart, pero quizás no estén al corriente de la magnitud de su ventaja estructural en el negocio de productos alimentarios, así como de la incorporación de tecnología en muchos aspectos de su negocio.
En el segmento de la pequeña capitalización hay empresas poco conocidas con negocios que los inversores ni siquiera sepan que existen. Todo el mundo sabe que los chips son lo que mueve el mundo tecnológico, pero su fabricación requiere obleas de silicio, y esas obleas deben someterse a pruebas. Form Factor, un proveedor de sistemas de pruebas y medición para el sector de los semiconductores, fabrica tarjetas de sonda para poder realizar esas pruebas. Por tanto, esta empresa formaría parte de la cadena de suministro de la IA.
Puede que a Ryman Hospitality Properties se le conozca por sus espacios para conciertos y no por su negocio de alojamiento, que incluye hoteles y lugares de entretenimiento de gran tamaño, un segmento único en el sector del alojamiento que exige una gran especialización. Una proporción considerable del mercado de mediana capitalización está formada por empresas que creemos tienen control sobre su flujo de caja libre y no se ven tan influidas por factores macroeconómicos como los sectores de energía y banca.
Temas globales y oportunidades en empresas value
Muchas oportunidades tienen que ver con temas globales de gran alcance, entre los que destacan la relocalización y la energía. Existe una enorme necesidad de inversiones a medida que las empresas tratan de reducir el riesgo de sus cadenas de suministro relocalizando sus operaciones. Aquí entran en juego la logística, los almacenes y los sistemas de gestión de inventarios, además de fábricas y carreteras, por no hablar de la tecnología necesaria para manejar todo esto. Muchas empresas que proporcionan los componentes necesarios para estas operaciones de la cadena de suministro pertenecen al universo value. Creemos que los inversores capaces de analizar esos componentes pueden encontrar oportunidades.
Esto mismo es aplicable al sector energético. Ya sea facilitando la creación de capacidad para reducir el déficit de gas natural o permitiendo la construcción de nuevos puertos para albergar barcos, muchas empresas trabajan entre bastidores y están bien posicionada para beneficiarse. La presencia cada vez mayor de centros de datos, en parte para impulsar la IA, requiere más energía de las empresas de suministros públicos. Asimismo, a medida que se van expandiendo las fuentes de energía renovable, aumenta la necesidad de construir más instalaciones y de actualizar las redes eléctricas. Un gran número de empresas contribuirán a que todo esto sea posible.
Para resumir, los inversores que ahora estén atentos al S&P 500 podrían sentirse nerviosos ante unas valoraciones cerca de máximos históricos y unas rentabilidades dominadas por un puñado de empresas, concretamente, las Siete Magníficas. Por otro lado, el resto del mercado de renta variable ofrece lo que nosotros llamamos las «otras magníficas». Parece que las empresas value ahora forman parte de ese club compuesto por una combinación diferente de empresas y que ofrece un sólido potencial de crecimiento y valoraciones razonables. Creemos que los inversores activos que hagan los deberes podrán encontrar mucho crecimiento en las empresas value.