La confianza hacia China se ha deteriorado tras un año duro para la economía y el mercado. Pero la dolorosa transición crea oportunidades reales.
El pesimismo respecto a China se reflejó claramente en el mercado de renta variable el año pasado. El MSCI China A Index de valores continentales cayó un 11,5% en USD, un comportamiento totalmente opuesto al registrado por el MSCI World Index de acciones globales, que se disparó un 23,8%
Los mercados chinos sufrieron debido a las medidas del gobierno para corregir la situación de un sector inmobiliario fuertemente endeudado y la reanudación de una campaña de lucha contra la corrupción dirigida a varios sectores. Durante esa transición económica, los responsables políticos fueron reacios a aplicar medidas que brindaran un apoyo sustancial al crecimiento, lo que, a nuestro juicio, constituye un intento de alejarse de modelo de crecimiento basado en el apalancamiento. El resultado fue una caída de los beneficios empresariales y un deterioro del sentimiento inversor.
Según los datos oficiales publicados en enero, el PIB real de China creció un 5,2% en 2023. Aunque se trata de una mejora notable respecto a la tasa de crecimiento del 3% de 2022, dista mucho de las cifras que se registraban antes de la pandemia: en los diez años anteriores a 2019, el crecimiento medio anual era del 7,4%. Creemos que, en 2024, el posible giro por parte de la Reserva Federal estadounidense hacia tipos de interés más bajos podría contribuir a mejorar el sentimiento hacia los activos chinos, aunque para impulsar la confianza será fundamental que se apliquen políticas adicionales que estabilicen el mercado inmobiliario y respalden el crecimiento.
Más allá del problema inmobiliario
Las ventas de inmuebles en China siguieron cayendo en 2024, registrándose una contracción del 54% desde máximos del mercado de 2021. Cabe señalar que los sectores relacionados con el mercado de la vivienda representan alrededor de un tercio del PIB. Ahora bien, dado que ya han transcurrido más de dos años desde que comenzase la desaceleración estructural de la economía, el efecto de base del sector en el crecimiento del PIB será menor en los próximos trimestres.
Las constantes malas noticias del sector inmobiliario han eclipsado otras partes más resilientes de la economía. De hecho, teniendo en cuenta que la economía ha crecido casi un 5% a pesar de los problemas del sector de la vivienda, es evidente que otros sectores crecen a un ritmo mucho mayor. En concreto, los sectores manufacturero y de infraestructuras han registrado tasas de crecimiento sólidas, aunque no espectaculares (Gráficos). Los sectores favorecidos por el consumo doméstico, como la venta de vehículos y el comercio minorista, también crecen a un ritmo razonable.