Los mercados se enfrentarán a potentes fuerzas disruptivas en 2025. ¿Qué hacer con las estrategias en renta fija, renta variable y alternativas?
A punto de que comience 2025, los inversores deben lidiar con un conjunto de retos de múltiples dimensiones. La trayectoria de la inflación, los tipos de interés y el crecimiento macroeconómico penden de un hilo en un momento de fuerte incertidumbre geopolítica. Sin embargo, hay momentos de la historia macroeconómica y política que también pueden crear oportunidades excepcionales para los inversores activos.
Son tiempos inquietantes para los mercados mundiales. Todas las miradas están puestas en la próxima administración del presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, que probablemente podrá en marcha políticas transformadoras en diversos ámbitos con posibles efectos macro y microeconómicos en todos los sectores, empresas y países. Los cambios tardan tiempo en producirse, y las promesas de campaña no siempre se traducen claramente en políticas, pero los inversores no pueden esperar a que el panorama se aclare para prepararse. Nuestros equipos están trazando los contornos de las grandes cuestiones que podrían definir una nueva era para las carteras de renta fija, renta variable e inversiones alternativas.
Renta fija: próxima caída de los yields
Después de haber logrado reducir la inflación evitando a su vez un aterrizaje brusco de la economía, la mayoría de los bancos centrales de los mercados desarrollados están ya aplicando políticas expansivas.
Las economías europeas, que siguen teniendo dificultades para regresar a un escenario de crecimiento robusto tras la pandemia, son las más vulnerables a un shock externo que podría arrastrar a la región hacia la recesión. Los retos actuales —tanto estructurales como geopolíticos— pueden agravarse con las nuevas incertidumbres, entre ellas las elecciones anticipadas en Alemania y las políticas de la nueva administración estadounidense. Creemos que estos retos podrían resultar en unas bajadas de los tipos de interés más intensas —y mayor caída de los yields— de lo que prevé actualmente el mercado.
Por otra parte, en lo que respecta a Estados Unidos, creemos que las políticas del presidente electo Donald Trump podrían propiciar un crecimiento nominal y una inflación más elevados en el país, así como resultar en menos rebajas de tipos de lo que anteriormente preveía la Reserva Federal. De hecho, en las semanas próximas a las elecciones en Estados Unidos, los yields de los bonos estadounidenses se dispararon. Hasta que se despejen las dudas en torno a los aranceles, los impuestos y otras políticas de la administración entrante, es probable que las especulaciones y la volatilidad de los tipos continúen a corto plazo.
Sin embargo, no creemos que el aumento de la volatilidad y el cambio de rumbo de los yields sea un inconveniente para los inversores, sino más bien una oportunidad. Los yields están actualmente cerca de máximos cíclicos. Si nos atenemos a la experiencia histórica, cuando los bancos centrales aplican políticas expansivas se produce un descenso de los yields. Por tanto, creemos probable que el precio de los bonos suba conforme caen los yields en los próximos dos o tres años.
Teniendo en cuenta la cantidad de dinero que sigue a la espera de ser invertido, la demanda de bonos podría ser extraordinariamente sólida. Además, dado que la Fed ha ido reduciendo los tipos desde septiembre, el rendimiento del efectivo es ahora inferior, hasta el punto de que prácticamente se ha eliminado su ventaja frente a los bonos. Creemos que, en este entorno, los inversores deberían plantearse ampliar la duración para adquirir exposición a los tipos de interés.
Contextos cambiantes y evolución de las curvas de tipos
Los inversores también pueden aprovechar la positivización de las curvas de tipos en todo el mundo posicionándose de forma adecuada en ellas. Aunque las curvas ya han comenzado a positivizarse, vemos margen para que el proceso continúe a medida que los bancos centrales sigan bajando los tipos, todo ello mientras los yields de la deuda a más largo plazo se mantienen en niveles altos por la preocupación en torno al endeudamiento de los países.
Por ejemplo, en Estados Unidos prevemos que la pendiente entre los bonos a 5 y 30 años sea la que más aumente. Tradicionalmente, cuando la Fed bajaba los tipos, este tramo de la curva experimentada una intensa positivización, en parte por los contextos recesivos. Esta vez, la pendiente se ha positivizado, pero todavía está por debajo de las medias históricas (Gráfico). Aunque no lleguemos a los niveles de épocas pasadas, prevemos una mayor positivización de ahora en adelante. En Europa, la pendiente entre los bonos a 2 y 10 años podría ser la que más se positivice.