Los inversores suelen tener convicciones muy arraigadas sobre los activos que mejor se comportan en distintas condiciones de mercado, muchas veces con razón. Sin embargo, hay ocasiones en las que esos conocimientos tan asentados resultan obsoletos. Tecnología y salud son buenos ejemplos de sectores que pueden tener un papel distinto en cuanto a asignación en renta variable del que cabría esperar.
Por lo general, el sector tecnológico es un barómetro del sentimiento de un mercado alcista. Cuando las acciones growth están en racha, las grandes empresas tecnológicas tradicionalmente ofrecen rentabilidades formidables, aunque con volatilidad y riesgo bajista.
La reputación del sector tecnológico como gigante ofensivo con una débil defensa se debe, en parte, a las acciones FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google), que han dominado las rentabilidades del sector en los últimos años. Sin embargo, la caída en picado que registró el mercado el año pasado puso de relieve el lado negativo de las acciones de las grandes tecnológicas, que se situaron muy a la zaga del conjunto del mercado, incluso teniendo en cuenta que la renta variable había registrado su peor comportamiento desde la gran crisis financiera mundial de 2008-2009.
El fenómeno FAANG, unido al auge y la caída de varias empresas tecnológicas no rentables, ha dejado la impresión de que las acciones de este sector ofrecen una defensa mediocre. ¿Qué queremos decir con esto? Por lo general, las acciones defensivas podrían no ofrecer el mismo potencial de crecimiento, pero tienen una menor captura bajista; es decir, caen menos que el mercado en momentos de declive. Junto con suministros públicos y consumo básico, hace tiempo que se considera que el sector sanitario es uno de los que ofrece mayores características defensivas fiables, ya que aporta una amortiguación importante cuando los mercados se ponen difíciles. Esto se debe a que la demanda de asistencia sanitaria es relativamente inelástica. Los hospitales, las compañías farmacéuticas, los fabricantes de dispositivos médicos y las compañías de seguros sanitarios pueden generar ingresos sólidos con independencia de las fluctuaciones del mercado.
Tecnología: una posición defensiva
Sin embargo, las creencias en torno a la inversión ofensiva y defensiva están comenzando a cambiar.
Puede que en el universo tecnológico las FAANG sean las divas —glamurosas, pero temperamentales—. Además, las empresas tecnológicas no rentables no han hecho ningún favor al sector. No obstante, hay numerosas compañías rentables y de alta calidad que operan entre bastidores, sin el carácter temperamental e impetuoso de las grandes estrellas. Hablamos de fabricantes de hardware informático, empresas de servicios de pagos, servidores en la nube y fabricantes de chips que constituyen el eje de la economía de la información y que impregnan nuestra vida diaria. A pesar de su discreción, estas empresas fiables tienen modelos de negocio sostenibles y sus fuentes de ingresos son abundantes y recurrentes.
Debido a su capacidad para protegerse frente a las grandes fluctuaciones de precios, estos habilitadores tecnológicos de gran calidad ofrecieron rentabilidades superiores a las del conjunto del sector de tecnologías de la información en 2022. Esto se debió en parte a su menor sensibilidad al mercado en general —su beta más baja— que las grandes tecnológicas. De hecho, casi un tercio de las acciones tecnológicas del MSCI World Index tienen una beta inferior a 1,0, lo que las sitúa en el mismo universo que las acciones tradicionalmente defensivas (Gráfico).