Para ello, creemos que los flujos de caja deben ser prioritarios en el análisis fundamental, ya que son el elemento vital de cualquier negocio rentable y permiten que las empresas puedan sostener el crecimiento de sus beneficios a lo largo del tiempo. Incluso cuando los problemas macroeconómicos y los riesgos geopolíticos sacuden los mercados, es el historial de beneficios de las empresas lo que en última instancia determina las rentabilidades de la renta variable a lo largo del tiempo.
Adopte una perspectiva a largo plazo
Como inversores activos en renta variable, creemos que lo ideal es tomar un horizonte mínimo de cinco a diez años.
Aunque parezca un período largo para proyectar el futuro de una inversión, creemos que este enfoque ofrece ventajas a los inversores. Esa visión más más amplia de la dinámica de un negocio nos permite conocer mejor la trayectoria de beneficios de la empresa en cuestión, independientemente de lo volátil que pueda ser el entorno que la rodea. En un mundo con poca capacidad de atención, aquellos que adopten una perspectiva a muy largo plazo pueden beneficiarse de lo que denominamos «arbitraje de tiempo». Ese decir, cuando el mercado castiga injustamente a las acciones de una empresa debido a la incertidumbre a corto plazo, podemos reforzar las posiciones y ajustar las inversiones con convicción en las perspectivas de los beneficios a largo plazo.
Piense como un empresario
Los inversores en renta variable suelen comprar una acción pensando en cuándo la van a vender. Sin embargo, los empresarios no hacen tal cosa, sino que adquieren un negocio para desarrollarlo sin pensar en una fecha específica en la que pondrán fin a ese compromiso. Si piensan como empresarios, los inversores se centrarán en las características operativas, como el foso competitivo que rodea a los productos y servicios de una empresa o la cultura empresarial, y en cómo estos atributos pueden contribuir a que los beneficios sean sostenibles.
Esta mentalidad proporciona una perspectiva muy distinta donde la prioridad absoluta es la salud del negocio fundamental. De esta forma, los inversores pueden filtrar el ruido del mercado que podría distraerlos de la esencia del crecimiento de los beneficios. Pensar como empresrios también puede hacer que los inversores se interesen por empresas de sectores que no siempre se asocian con potencial de crecimiento, como la industria europea.
Una mentalidad de empresario puede asimismo favorecer períodos de tenencia incluso más largos que nuestros habituales 5 a 10 años. De hecho, puede que en una cartera de renta variable ese período de tenencia convenga alargarlo hasta 15 o 20 años en el caso de empresas especialmente rentables, de manera que el efecto acumulativo sobre las rentabilidades podría verse reforzado.
La volatilidad a corto plazo ofrece oportunidades a largo plazo
Los inversores en renta variable con una perspectiva estratégica a largo plazo pueden aprovechar la volatilidad a corto plazo para reforzar sus posiciones en acciones que posiblemente se recuperen conforme pase el tiempo.
La volatilidad del mercado es un hecho real, y hasta los mejores gestores se enfrentarán en algún momento a un trimestre o un año nefasto. Evidentemente, los descensos de los mercados y los períodos de peor comportamiento relativo pueden ser inquietantes, pero antes de extraer conclusiones piense en los motivos del mal comportamiento de la cartera. Si el equipo de cartera es disciplinado a la hora de implementar la estrategia y la filosofía definidas, no lo considere un fracaso. Es mucho más preocupante cuando los gestores de cartera siguen la corriente general y las modas del momento sin demasiada lógica estratégica.
Los clientes que forjan una relación estrecha con los equipos de gestión de carteras se convierten en aliados durante los altibajos de los ciclos del mercado, ya que les resulta más fácil dar un voto de confianza a una estrategia cuando se enfrentan a momentos difíciles. Estos clientes entenderán que los períodos de debilidad no desvirtúan una estrategia gestionada de forma activa. Los buenos gestores activos se ocuparán de hacer su trabajo en períodos volátiles y obtendrán rentabilidades aún mayores en un horizonte que comprenda varios años.
Las lecciones que hemos ido atesorando a lo largo de los años están interrelacionadas. Cuando se conocen los factores que impulsan las rentabilidades a largo plazo, lo lógico es definir una perspectiva a 5 y 10 años. Y para sentirse cómodos con un horizonte tan largo es necesario pensar como un empresario. Con esa mentalidad resulta mucho más sencillo soportar los períodos de turbulencias. Creemos que estos conceptos, considerados en su conjunto, pueden servir de orientación para que una cartera cumpla los objetivos financieros a largo plazo de los inversores adoptando una filosofía de inversión poderosa y estratégica.