La preocupación en el mercado de bonos europeos es elevada. A pesar de los riesgos, los antecedentes señalan resultados positivos.
Europa se enfrenta a la adversidad y la incertidumbre. Es fácil enumerar los factores negativos que la afectan, pero resulta difícil cuantificarlos: los costes financieros y humanos de las guerras en Ucrania y Oriente Próximo; un aumento del gasto militar, que podría incrementarse al menos un 1% hasta representar un mínimo del 3% del PIB; aranceles más elevados por parte de Estados Unidos que podrían ser de entre un 10% y un 20%, o incluso más, para determinados sectores, como el de la automoción; y los costes adicionales de la transición verde, que se estiman en el 2,5% del PIB anual en las próximas dos décadas.
El elevado déficit que sufren muchos países de Europa y la inestabilidad política en Francia y Alemania, limitan la libertad de acción de los responsables políticos, mientras que el regreso del presidente Donald Trump amenaza con agravar los problemas de competitividad y las presiones populistas de Europa.
En este contexto de gran complejidad, creemos que las perspectivas para los mercados de bonos europeos son increíblemente positivas. Tradicionalmente, los yields elevados y la bajada de tipos han sido muy favorables para los inversores en bonos, y —salvo que se produzcan acontecimientos graves, como otra guerra o pandemia — también podrían serlo en 2025.
El estancamiento del crecimiento y el descenso de los tipos de interés se traducen en unos yields más reducidos de los bonos
Las economías europeas tienen ya dificultades para recuperar una senda de crecimiento sólido tras la COVID-19, y un shock externo podría provocar que la región entre en recesión. El mercado prevé que, en los próximos años, el tipo de interés de referencia del Banco Central Europeo (BCE) se estabilice en el nivel prepandemia del 2%.
Sin embargo, creemos que ese nivel es demasiado elevado y que los tipos seguirán reduciéndose, ya que Europa se enfrenta a los mismos problemas estructurales que antes de la pandemia. En su reunión de diciembre de 2024, el Consejo de Gobierno del BCE marcó el fin de la política monetaria restrictiva, sentando así las bases para aplicar recortes de tipos en cada una de sus reuniones posteriores hasta junio de 2025. Además, los nuevos desafíos que plantearían las políticas de Trump podrían suponer incluso más rebajas de tipos por parte del BCE y el Banco de Inglaterra. Por otro lado, las políticas de Trump podrían resultar en un crecimiento nominal y una inflación más elevados en Estados Unidos, así como en menos recortes de tipos por parte de la Reserva Federal.
Las perspectivas de unos tipos de interés mucho más bajos en Europa y un crecimiento sólido en Estados Unidos probablemente favorecerán considerablemente a los mercados de bonos en euros y libras esterlinas en los próximos dos años. Prevemos un entorno especialmente positivo para los bonos con vencimientos entre 0 y 10 años, cuyos yields bajarían a medida que los bancos centrales reduzcan los tipos. También esperamos cierta positivización de la curva de tipos, ya que los bonos del Tesoro europeos con vencimientos largos podrían verse afectados por el deterioro fiscal que hemos observado en los distintos Estados a escala mundial.
El crédito europeo sigue siendo sólido
Los emisores con grado de inversión que cuenten con una situación financiera robusta serán los que mejor resistan al debilitamiento de las economías y las presiones arancelarias, y sus bonos deberían ser los que más se beneficien de un descenso de los tipos. Los emisores de deuda high yield son más sensibles a los cambios en las perspectivas económicas y podrían sufrir en mayor medida por una desaceleración del crecimiento. Aun así, los bonos corporativos high yield europeos parten de una posición de fortaleza. Los yields actuales parecen atractivos en términos históricos y han sido un buen indicador de rentabilidades futuras, independientemente de las condiciones del mercado (Gráfico).