El entorno de mercado actual aprovecha los temores más primitivos de los inversores en bonos. Las rentabilidades extremadamente bajas hacen que resulte difícil encontrar suficiente potencial de rentabilidad e ingresos. El crecimiento económico se está recuperando de su colapso de 2020, pero el control del mundo sobre la recuperación es incierto. Los estímulos fiscales masivos podrían resucitar la inflación, un riesgo latente desde hace mucho tiempo que los inversores ya no están acostumbrados a afrontar. Y el repunte del crecimiento ha dado lugar a un aumento de las rentabilidades —lo que paradójicamente ha alimentado, en lugar de aliviar, las ansiedades de los inversores hambrientos de rendimiento.
Inflación y subidas de tipos: Escaneando el horizonte
Estamos de acuerdo en que la economía global se encuentra al borde de un nuevo régimen, más inflacionista. Es posible que los signos iniciales se muestren como efectos de base y que el encarecimiento de las materias primas impulse la inflación general de las economías avanzadas temporalmente. Pero no prevemos una inflación significativa y sostenida a corto plazo.
Tampoco creemos que los tipos de interés vayan a subir de forma drástica. Es probable que el crecimiento económico mundial se acelere en el segundo semestre del año. Pero aun cuando la inflación comience a materializarse, los responsables políticos no están dispuestos a permitir que los tipos suban demasiado, demasiado rápido, lo que podría poner en peligro una recuperación frágil. Es sumamente probable que intervengan si el aumento de las rentabilidades amenaza con dejar fuera de juego a los activos de riesgo.
¿El resultado? Es probable que las rentabilidades se mantengan en niveles bajos durante todo 2021. Incluso en EE. UU., que casi con toda seguridad crecerá más rápidamente que otras economías desarrolladas, la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años probablemente cerrará 2021 en torno al 1,75% —un nivel más elevado que el actual, pero todavía inferior al registrado antes de la pandemia—.
No ponga su cartera en piloto automático
Sin embargo, habida cuenta de los estímulos masivos que brotan por toda la economía mundial, lo lógico es estar preparado —y eso significa mantenerse activo—.
Puede resultar tentador decidirse por un enfoque pasivo en renta fija. Las estrategias pasivas permiten a los inversores sentarse y disfrutar del viaje. Pero es posible que el viaje sea más peligroso de lo que muchos creen. De hecho, pulsar el botón del piloto automático hoy en día podría hacer que el inversor sea excesivamente vulnerable a la subida de los tipos de interés y a los riesgos de inflación. También le expone a la volatilidad de los activos de riesgo, dado que la incertidumbre persiste en todo el camino hacia la recuperación.
Por el contrario, los gestores activos pueden controlar múltiples palancas y diales para navegar por los cambiantes vientos del mercado actuales. A continuación se recogen los tres ajustes que creemos que los inversores se deberían plantear en la actualidad.