Las estrategias defensivas de RV que limitan las pérdidas en las caídas pero participan demasiado poco en los mercados alcistas podrían fracasar.
La volatilidad del mercado puede minar la voluntad hasta de los inversores más pacientes. Y es que no es fácil crear una cartera que ofrezca sistemáticamente un patrón de rentabilidad estable. Para ello se necesita una estrategia activa que se centre tanto en los mercados alcistas como en los bajistas, algo que resulta ahora más importante que nunca.
Después de dos años de lucha contra la inflación, los bancos centrales de todo el mundo han dado un giro al señalar una relajación de sus políticas monetarias en 2024. Y aunque la economía mundial parece estar bien encarrilada hacia un aterrizaje suave, este año los inversores están atentos a varios riesgos, entre ellos, los focos de inflación persistente, la inestabilidad geopolítica y la concentración del mercado.
Cualquiera de esos riegos podría aumentar la volatilidad del mercado, lo que constituye un argumento a favor de las estrategias defensivas de renta variable. Sin embargo, aunque la mayoría de las estrategias de baja volatilidad pueden proporcionar cierta mitigación del riesgo en los mercados bajistas, muchas se quedan cortas cuando los mercados registran alzas, sobre todo porque están diseñadas exclusivamente para ser defensivas.
¿Mínima volatilidad equivale a bajo riesgo?
Las estrategias de mínima volatilidad —a menudo presentadas como ETF de gestión pasiva— son algunas de las variantes más populares de la inversión defensiva en renta variable. Estas estrategias tratan sistemáticamente de invertir en acciones de baja volatilidad. Por lo general, incluyen grandes asignaciones a sectores defensivos tradicionales, como suministros públicos y consumo básico: acciones que se comportan como los bonos, capaces de generar rentas y actuar como sólidas defensas en momentos de turbulencias en los mercados.
Sin embargo, sus carencias han quedado de manifiesto en los dos últimos años.
Cuando las acciones globales se desplomaron en 2022, el MSCI World Minimum Volatility Index (Min-Vol), una popular referencia para esta categoría, logró amortiguar los descensos (Gráfico). Sin embargo, en 2023, la renta variable global repuntó casi un 24%, impulsada de manera desproporcionada por un reducido número de acciones de megacapitalización estadounidenses. Durante ese período, el Min-Vol Index ganó apenas un 7,4%, situándose muy a la zaga del mercado. En Estados Unidos se observó un patrón similar.