Prepararse para una nueva era en materia de políticas estadounidenses
Los cambios en los patrones de rentabilidad reflejan un mundo en pleno cambio. Sigue habiendo fuertes tensiones geopolíticas por las guerras en Ucrania y Oriente Próximo, así como por el hundimiento del régimen sirio en septiembre. En 2024, más de 70 países celebraron elecciones. La victoria de Trump en noviembre marcó un punto de inflexión histórico en la política estadounidense que tendrá enormes consecuencias para los países, las empresas y los inversores de todo el mundo.
El presidente electo ha esbozado claramente la dirección que tomarán los cambios en materia de políticas. Incremento de aranceles, bajada de impuestos, menor regulación y reducciones de los subsidios son algunas de sus principales medidas económicas. Se espera que, desde el primer día, Trump ponga en marcha una serie de cambios a través de órdenes ejecutivas. Sin embargo, aunque haya un gobierno unificado en el que Trump cuente con el respaldo de un Congreso Republicano favorable, se tardará un tiempo en formular y crear la legislación para aplicar muchos de los elementos de dichas políticas.
Más inflación significa que los inversores necesitan acciones
Aunque no se ha terminado de definir la agenda política, hay una consecuencia evidente: la combinación de propuestas políticas probablemente provocará un incremento del déficit federal y una inflación más elevada de lo que sería deseable en Estados Unidos. Esta previsión tiene su reflejo en los mercados financieros por medio de un aumento de los yields de los bonos estadounidenses y la positivización de la curva de tipos del Tesoro..
Creemos que un entorno inflacionario potencialmente más persistente refuerza la necesidad de mantener una exposición sustancial a renta variable. Nuestro análisis demuestra que las acciones han conseguido superar la tasa de inflación —es decir, han ofrecido rentabilidades reales positivas— durante más de un siglo. Por tanto, los inversores que se hayan preparado para una desaceleración económica pueden plantearse posicionar sus carteras para una posible aceleración del crecimiento económico estadounidense, así como tener en cuenta el riesgo de que la Fed no consiga reducir la inflación hasta el objetivo del 2% el próximo año. A este respecto, cabe señalar que el índice de precios al consumo de EE. UU. se ha reducido desde máximos del 9,1% registrado en junio de 2022 hasta el 2,6% que marcó en octubre de 2024.
Las perspectivas de inflación añaden incertidumbre a las perspectivas de política monetaria de Estados Unidos. El 18 de diciembre, las acciones estadounidenses se hundieron en una sesión volátil después de que la Reserva Federal señalara que en 2025 podría reducir los tipos a un ritmo más lento de lo que se esperaba.
Las políticas de Trump también podrían inducir a una mayor divergencia entre las economías mundiales.. Una subida de los aranceles podría contener el crecimiento, sobre todo en China y Europa. Si Estados Unidos reduce su contribución a la OTAN y presiona a los miembros de la organización para que gasten más, prevemos un aumento de la deuda y los déficits fiscales en toda Europa..
Cómo evaluar la renta variable ante los cambios en las políticas
Los inversores encaran varios retos. En primer lugar, es difícil predecir cómo cambiarán exactamente las políticas. En segundo lugar, cabe la posibilidad de que las fuerzas macroeconómicas que podrían surgir se manifiesten de forma distinta en las diferentes regiones. En tercer lugar, las consecuencias que tendrían los cambios en las políticas para las empresas y sus ingresos tardarán un tiempo en percibirse.
Por tanto, ¿cómo pueden preparase los gestores de carteras? Creemos que es fundamental concentrarse en los fundamentales de las empresas individuales. Aunque el cambio se origine de arriba abajo (es decir, a través de las política), un análisis bottom-up para evaluar cómo podrían verse afectadas las empresas puede ayudar a distinguir entre negocios vulnerables y aquellos que se beneficiarían de la nueva situación.
Ejemplo práctico: prepararse para los aranceles
Los aranceles son un buen ejemplo. En noviembre, Trump anunció que tenía previsto aplicar un arancel del 25% a todas las importaciones de Canadá y México en cuanto asumiera el cargo. También amenazó con incrementar los aranceles a los productos chinos. Dado que los aranceles pueden imponerse mediante una orden ejecutiva, los detalles posiblemente se desvelarán muy pronto una vez que Trump tome posesión del cargo. Los aranceles se han incrementado desde el primer mandato de Trump, aunque partían de una base históricamente baja.
A primera vista, los aranceles podrían beneficiar a las empresas estadounidenses y perjudicar a sus rivales internacionales. Sin embargo, la realidad será mucho más compleja.
Los nuevos aranceles supondrían un incentivo para que las empresas estadounidenses relocalizaran su producción. Sin embargo, aquellas que dependan de proveedores internacionales podrían enfrentarse a un incremento inmediato de sus costes hasta que relocalicen sus operaciones críticas. En teoría, las empresas chinas se verían claramente afectadas por los aranceles. Sin embargo, nuestro análisis señala que si bien las importaciones estadounidenses de productos chinos han descendido desde la primera tanda de aranceles de 2018, China ha incrementado sus exportaciones al resto del mundo. Esto se debe a que muchas empresas chinas han reconfigurado sus cadenas de suministro llevando su producción a México y Vietnam.
Por otra parte, las empresas internacionales con fábricas en Estados Unidos podrían beneficiarse de los aranceles. Entre ellas figuran algunos fabricantes de automóviles y de equipos electrónicos, así como empresas de bienes de consumo tanto de Europa como de Japón con una fuerte presencia manufacturera en Estados Unidos.
La conclusión que podemos extraer es que resulta arriesgado generalizar sobre los efectos para las empresas de una nueva política. Las empresas estadounidenses y globales que hayan conseguido gestionar hábilmente el contexto arancelario anterior y la pandemia reconfigurando sus cadenas de suministro estarán mejor posicionadas para lidiar con los nuevos aranceles. Además, para definir realmente los riesgos y las oportunidades, un analista debe conocer profundamente el posicionamiento competitivo de una empresa, su estructura de negocio y las capacidades de su equipo directivo. Esto permite a un equipo de inversión evaluar en tiempo real de qué modo los aranceles podrían condicionar las perspectivas a largo plazo de los beneficios y la rentabilidad, y ajustar las tasa de descuento y las posiciones de la cartera en consonancia.
"Estados Unidos primero» no transformará las empresas con negocios poco sólidos
Dado que la agenda de Trump trata de anteponer los intereses de Estados Unidos en las políticas, es lógico que se prevea un buen comportamiento de la renta variable del país.
Sin embargo, no hay que tener una imagen irreal del conjunto del mercado estadounidense. Pensemos en la política fiscal. Evidentemente, rebajar el impuesto de sociedades —como ha prometido Trump— mejora los resultados de cualquier empresa. Sin embargo, los recortes fiscales no transformarán un negocio débil en una empresa de calidad. Si acaso, las rebajas fiscales permiten que las empresas más sólidas mejoren su posición, especialmente en sectores muy competitivos.
Del mismo modo, puede que un recorte potencial de los subsidios no se lleve a cabo como estaba previsto. Incluso si la administración permite más perforaciones para obtener combustibles fósiles, puede que los subsidios a las energías renovables no desaparezcan de un día para otro; algunos proyectos han resultado en creación de empleo en los estados republicanos. El apoyo de Trump al desarrollo de infraestructuras también podría suponer que se mantengan determinados subsidios de la etapa de Biden.
Las políticas pueden repercutir de manera inesperada en las rentabilidades de la renta variable. De hecho, las acciones de las empresas energéticas, financieras e industriales estadounidenses tuvieron un peor comportamiento relativo durante la primera presidencia de Trump. Sin embargo, en la de Biden ofrecieron las mejores rentabilidades (Gráfico). Las acciones del sector salud se comportaron ligeramente mejor en la primera administración de Trump que durante el mandato de Biden.