Los bonos se abren paso ante el repliegue de las acciones.
Desde mediados de enero, el nuevo régimen político de Washington ha sacudido el tablero geopolítico y los mercados globales. Los bonos han mostrado un buen comportamiento en este entorno volátil, al recuperar su papel tradicional como contrapeso frente a la caída de las acciones y atraer una fuerte demanda de los inversores.
Creemos que los inversores en bonos deberían mantener ese rumbo. Observamos que la trayectoria del crecimiento global y de los yields de los bonos sigue siendo más lenta y tirando a la baja. A continuación presentamos nuestras expectativas para la economía mundial y los mercados globales de bonos, así como seis estrategias para despuntar en un entorno de inversión que cambia a un ritmo vertiginoso.
La propia volatilidad de las políticas es un freno para el crecimiento
En Estados Unidos, las políticas de comercio, inmigración, fiscales y regulatorias se han convertido en blancos móviles, y la volatilidad de las políticas hace que la senda de la economía del país sea incierta. La confianza de los consumidores ha marcado mínimos de tres años, y las expectativas de inflación a largo plazo han alcanzado el 3,9%, su nivel más alto desde 1991. Cualquier combinación de crecimiento débil o recesión, con inflación elevada, supondría un desafío para la Reserva Federal estadounidense.
Es probable que dentro de uno o dos meses haya una mayor claridad sobre el crecimiento y la inflación. De momento, prevemos que el crecimiento del PIB estadounidense se desacelere en 2025, aunque seguirá siendo positivo. También pronosticamos otra rebaja de los tipos de la Fed de entre el 0,5% y el 0,75% este año para acercarlos al tipo de interés oficial del 3%.
En Europa, sin embargo, el sentimiento se mueve en dirección contraria. En marzo, Alemania sorprendió a los mercados con un paquete fiscal muy expansivo que promueve el gasto en defensa e infraestructuras. Los yields de los bonos alemanes repuntaron tras el anuncio, y los bunds a 10 años registraron su mayor subida desde la caída del Muro de Berlín.
El anuncio ha reforzado el optimismo por el crecimiento de la mayor economía europea. Aunque seguimos previendo una desaceleración del crecimiento europeo, ahora pronosticamos otra bajada del tipo de interés oficial del BCE de 50 puntos básicos para este año, hasta situarlo en el 2%.
Tensiones, aranceles y guerras comerciales
Mientras los países se tratan de lidiar con unas políticas que cambian con gran rapidez, una cosa parece ser segura: las restricciones al comercio probablemente aumentarán y China será el principal objetivo. A nuestro juicio, el repliegue del comercio perjudicará al crecimiento global.
A corto plazo, las barreras al comercio generalmente ralentizan el crecimiento económico al elevar los precios de los bienes importados, reducir el poder adquisitivo de los consumidores y crear una incertidumbre que dificulta la inversión empresarial. Los mercados financieros también podrían verse afectados, ya que una desaceleración del crecimiento en un contexto de subidas de precios reduce la capacidad de los bancos centrales para apoyar la economía.
A largo plazo, las tensiones comerciales aumentan los riesgos geopolíticos. A este respecto, podrían debilitarse unas relaciones diplomáticas que antes eran estables, y que son fundamentales para unos intereses económicos mutuos.
Las consecuencias de un aumento de las tensiones podrían ser especialmente importantes para China. El país asiático ha ajustado estratégicamente la composición de sus exportaciones desde 2018 para que sean menos vulnerables a las disrupciones económicas derivadas de las guerras comerciales. Sin embargo, eso lo le hace inmune. Prevemos que Beijing anuncie más estímulos fiscales y monetarios para ayudar a contrarrestar este riesgo.
La cuestión fundamental es qué ocurre cuando los socios comerciales están obligados a elegir entre Estados Unidos y China. México y Corea del Sur han señalado recientemente que antes de iniciar las negociaciones comerciales con Estados Unidos tienen previsto frenar la entrada de exportaciones chinas por la puerta de atrás. Un rechazo por parte de los países a todas las mercancías chinas para alinearse con Estados Unidos podría lastrar sustancialmente el crecimiento chino.
No obstante, elegir bando nos parece una espada de doble filo. Los países que se han beneficiado de actuar como intermediarios en el desvío de mercancías chinas también podrían verse perjudicados.
Un régimen global menos armonizado, en el que los ciclos económicos difieren más entre regiones de lo que lo han hecho durante décadas, nos hace pensar en una economía mundial menos eficiente con una inflación más elevada en relación con el crecimiento. Las empresas podrían tener que enfrentarse a unas relaciones comerciales conflictivas, cadenas de suministro frágiles, condiciones volátiles de inflación y crecimiento, y sendas de política monetaria potencialmente divergentes.
No obstante, en última instancia, creemos que hay cierto margen para el optimismo. La innovación tecnológica y un sector privado resiliente pueden contrarrestar parte del daño, y los responsables podrían decidir cambiar de rumbo cuando se sientan los efectos de las guerras comerciales. Creemos que la economía mundial terminará por encontrar un nuevo equilibrio.
Seis estrategias para ser proactivos